Mol, life and so on

jueves, octubre 27, 2005

Pagan poetry

Hoy hace tres años. Llevaba puestos unos vaqueros y un polo de rugby: era la época en que una tabletita recubría el abdomen de servidor y podía lucir esas prendas. Recuerdo que traté de darle esquinazo, porque temía enfrentarme a ese salto mortal. Pero me pilló. Quiso que habláramos, y no pude ni supe decir que no. Aquella noche empezamos a dar vueltas a la manzana bajo una bruma considerable, acrecentada tal vez por la cercanía del río. Pero mi cuerpo ardía, sentía un cosquilleo intenso por primera vez en años.

Me preguntó por mi vida, por mis planes… por nosotros. Mi actitud fue la propia de un capullo: estoy por encima de todo esto, soy de aluminio, mis sentimientos están… no sé dónde, pero tal vez aquí no… o sí… es decir… Él, que no es tonto, sabía que habíamos dado un pasito importante.

Pasó una noche, pasó una mañana. Llegó la tarde. Los amigos me preguntaron si hubo algo: “Nada, claro”, respondí con cierto complejo de superioridad y planta de señorón ofendido ante semejantes dudas. And the Oscar goes to…Llegamos al Parador tras un periplo carmonero. Y allí, mientras tomábamos café en torno a una mesa grande, la amiga de una amiga empezó a exponer la diferencia entre lealtad y fidelidad.

Fue entonces cuando no pude evitarlo: pensé en él, y me lancé. Saqué el móvil para enviarle un mensaje, tratando de pasar desapercibido para el resto. Respondió. Otro más. La contrarréplica fue tajante: “Necesito verte”. “¿Nos iremos pronto, no?”, pregunté dando un bote y dejando atrás el sofá donde había estado inquieto los últimos quince o veinte minutos. Me llevé el gato al agua, y todos de vuelta.

Desde casa lo llamé, y le pedí que me recogiera. Así lo hizo. Fuimos a La Alameda, estuvimos charlando. Hablamos del tiempo, de la vida, de los libros… y así como de repente me soltó: “He estado pensando… y creo que podríamos intentarlo”. “Sí, quiero”, pensé y sigo pensando. Una sonrisa complacida fue mi única y espontánea respuesta.

Tres años… aquel 28 de octubre fue un día singular en mi vida. Se fraguó la única relación que he tenido hasta ahora. Desde entonces, ha habido centenares de momentos, decenas de canciones. "On the surface simplicity/But the darkest pit in me/It's pagan poetry/Pagan poetry".Casi todos buenos, algunos malos. Ha habido besos, dudas, broncas, abrazos… y amor, mucho amor. Lo confirmé el pasado fin de semana, cuando abrí aquella cibercarpeta de imágenes y vi, en su foto, la sonrisa ideal, mientras que su rostro bien pudiera servir para el muestrario de quien venda a granel la bondad más absoluta.

Deseo, Chema, que estos tres años que llevamos juntos se multipliquen por mil. Quiero crecer junto a ti, reír contigo, secarme las lágrimas en la tela que cubra tus hombros, envejecer contigo, morir contigo, morir por ti… Sé que hay caminos más fáciles, más convencionales. Sé que hay otras opciones por ahí que la gente acepta mejor: pero sólo tú eres mi rosa.

Quiero, en definitiva, disfrutar, porque la vida ofrece en ocasiones las oportunidades más insospechadas. Conmigo ha sido generosa. Me mostró la mejor de sus opciones: y el resultado eres tú. TQMMMMM.

Como decirte / que me has ganado poquito a poco / tú que llegaste por casualidad/ Cómo hablar…

lunes, octubre 24, 2005

Mi agente de seguros

Acabamos de comenzar nuestra relación comercial y ya me tiene hasta los huevos. Cierto que mis prejuicios están merodeando por ahí, como una mosca, pero reconozco que cuando suena el teléfono y me dice eso de "me alegro de saludarte", mi sangre empieza a hervir y el colmillo derecho crece ligeramente.

Iré al grano: odio a los agentes de seguros. O más que a ellos como personas, a sus putas empresas, que desde mi punto de vista son especialistas en la extorsión y el mal servicio: se acercan, te venden el oro y el moro -por supuesto tú, cliente, que no eres tonto, no te lo crees- y después pasan de ti; es la misma táctica que desarrolla la mantis religiosa con el macho. Lo seduce, y cuando éste pica, le arranca la cabeza.

Creo que esta tarde tendría que haberlo puesto en su sitio, haberle dicho cuatro cosas. Reconozco que en demasiadas ocasiones no sé cuándo termina la prudencia y comienza la cobardía. También es verdad que si me pongo borde y me lanzo, después me siento mal porque, sencillamente, no dejo de darle vueltas al tarro. Y esta es un poco la situación que vivo ahora.

Cierto día tú, cliente, tomador, asegurador, asegurado y conductor principal, vas a informarte sobre un seguro de automóvil a una de las compañías más... ¿prestigiosas? Bueno, diremos conocida, porque según rezan ellos en la publi lo arreglan "todo, todo, todo". Juan Antonio, un agente con pinta de baboso y aspecto cutre y desaliñado, me atiende. Al día siguiente me llama: "Carlitos Sublime, ¿has pensado qué hacer?". Le digo que todavía no, pero que seguramente esa misma tarde podría decirle algo. Hablo con él sobre las 19:00 horas, y le digo que creo que vamos a cerrar la operación. ¿Su respuesta? "¡¡Ole tus huevos, ole tus huevos!!". ¿Os parece lógico? Desde luego, serio no. Ante todo, me gusta guardar las distancias.

Llega el viernes, y por la tarde, sobre las 20:00 horas, recogía el coche. Toda la rapidez jurada por Snoopy de que hacían gala por teléfono, en la vida real se matiza:

-¿La carta de garantía? No, hoy es viernes, no puede ser antes del miércoles o el jueves.
-Juan Antonio, sin carta de garantía no tengo seguro, no puedo circular con el vehículo.

Se me acerca y, en tono confidencial, como si fuéramos los colegas que nunca fuimos ni seremos, me dice: "Bueno, bueno, yo te pediría entonces que durante este fin de semana no cojas demasiado el coche. No vaya a ser que te pille la Guardia Civil". En dos palabras: IM-PRESENTABLE.

Le digo que de eso nada, que yo ilegalidades las precisas, que en cualquier otra compañía te la dan en dos horas y que me diga exactamente qué debo hacer para que me den la puta carta al final de la mañana. Su respuesta, obviamente, no se hizo esperar. Consideró que me tenía pillado. Y siendo las 12:30 del mediodía, en cierto modo era cierto:

-Bueno... para que sea así tienes que pagar todo el año ahora mismo y al contado.
-No tengo 618 euros en la cartera. ¿Aceptáis tarjeta?
-No.
-Pues no entiendo... ¿no sería más fácil domiciliar los pagos por el banco?
-Entonces no te podemos dar la carta de garantía hasta el miércoles.
-¿Y si pago ahora el primer plazo, un trimestre o un semestre?
-No.

Bonita conversación. Mi empresa me presta el dinero de caja (un detalle, la verdad) porque el cajero no da más de 600 euros en un mismo día. Pago y me dan la carta, pero se niegan a proporcionarme un recibo del pago hasta el lunes. Insisto y lo exijo, porque la carta no es válida sin recibo (lo pone en la misma carta), y porque quiero tener las espaldas cubiertas, no vaya a ser que la próxima semana olvide que le pagué. Me pone mala cara, y me lo da: firmado y sellado. Es lo menos...

Había errores por todas partes: que si nací no se sabe cuándo, que si tengo el carné desde que era chico (qué más quisiera yo)... se lo digo, y...:

-Puff, pues eso va a ser motivo de que la póliza tarde en llegar. Tres o cuatro días más. Te pido perdón, porque fue culpa mía.

Me cago en su puta madre de boca hacia adentro, me muerdo los labios y procuro tomármelo con tranquilidad. Al fin y al cabo, la carta tiene veinte días de vigencia.

Llega la póliza, me la sube a la oficina (él y yo trabajamos en el mismo edificio) y, como me pilla en un pico de trabajo, me limito a firmarle el duplicado después de echarle un breve vistazo. Más tarde, con más detenimiento, observo que mi coche, adquirido nuevecito el pasado 7 de octubre, tiene como fecha de matriculación... el 15 de junio. ¡Hijo de puta, otra vez! Y ahora, además, en la póliza.

Llamo el viernes, le dejo nota y hoy me responde:

-Bueno, yo no entiendo que eso vaya a representar algún problema, ni alguna variación en las condiciones de la póliza.
-Verás, Juan Antonio, le respondo. No es un dato real, y prefiero no tener un vacío de cuatro meses en el historial de mi vehículo.
-Bueno, eso... va a haber que enviar papeles a Barcelona, hacer un escrito, pedir un no sé qué, solicitar un no sé cuánto... un lío, pero en fin, si lo quieres, te lo tramito.

Guardo silencio, por no cagarme en sus muertos y/o decirle cuatro cosas bien dichas, empezando porque soy el cliente, y aquí mando yo. Al instante prosigue:

-¿Hay algo más que esté equivocado?
-Entiendo que no, salvo -matizo- el dato correspondiente al número de kilómetros anuales, que ya sabes que no estoy conforme.

Es, según ellos, un dato estadístico que aparece en el documento, y donde figura por defecto que yo, osea el tomador de seguro, hago al año menos de 7.500 kilómetros. Trabajo en Sevilla, y mi casa está a 25 kilómetros de la ciudad. Si tengo que hacer unos 60 diarios, cinco días a la semana... ¿acaso salen 7.499 anuales? Está claro que no. Pero es imposible que te cambien ese dato: que si estadística, que si sólo se toca para viajantes y representantes, que si obviamente la aseguradora no puede meterse en lo que tú hagas con tu coche (¿no es esto contradictorio con lo anterior?), que si es el mismo tipo de dato que, por ejemplo, el color del vehículo... y así las excusas llegan hasta el infinito. Hoy, el agente ha vuelto a recordármelo, aunque yo no dejo pasar la ocasión de mostrar mi conformidad.

Sólo espero que el periodo asegurado transcurra sin incidentes automovilísticos: el año próximo se va a asegurar con esta compañía el guardia de La Campana, como decimos aquí. Sé que todas hacen lo mismo, aunque parto de la base de que en un viaje largo en diligencia hay que cambiar el cachete del culo que va sobre la madera del banco: así, no todos los golpes te los dan en el mismo lado. Manada de hienas...

viernes, octubre 21, 2005

Mi Gran Hermano

No, no voy a dedicar los próximos veinte minutos de mi tiempo a hablar de Juan José, mi hermano, al que su corpulencia y estatura le otorgaban por mi parte el calificativo de coloso -mi padre le decía, y le sigue diciendo, "er mulo"-. Claro que eso ocurría cuando yo no levantaba dos palmos del suelo y, obviamente, todo lo veía mayor.

Aquí quiero darle un giro a la telerrealidad y ponerla a mi servicio. Sí, por qué no. Voy a reconocer una cosa: cada vez que empieza una nueva edición de Gran Hermano me paro a pensar qué ocurriría si a mí me permitiesen hacer la selección de los concursantes. Lo tengo clarísimo: cuento con gente a mi alrededor que daría muchísimo juego, borrando de los anales a la propia Fresita. Mi propuesta sería la siguiente:

-Mari Carmen. Una verdadera estrella, que pa eso es del Carmen, un barrio de artistas -yo también soy de allí-. ¿Os han pasado cosas raras en la vida? No como a ella. Apodada la MagicGnoma (es muy bajita), tiene múltiples habilidades, aunque ninguna llega a la altura de sus antológicos 'asquitos': esto es, un ruido que anticipa a la fatiga cada vez que, harta de comer, algún cabrón (osea yo) cuenta una guarrería. Por ejemplo: "Mari Carmen, ¿te imaginas mojar pan en los vómitos de aquel borracho?". Y no falla. Asquito al canto, y carcajadas mías hasta la extenuación. Creo que la audiencia le permitiría llegar a la final con el siguiente de la lista.

-Adrián. Un figura. Como a mí, le encanta todo lo cutre: Carmen de Mairena, Pozí, el universo freaky... provocarle 'asquitos' a MagicG., etc. Sus dos habilidades más conocidas son: hablar solo (y por los codos, además), cosa que pone de los nervios a quien percibe la articulación sonora en la distancia, e imitar ruidos o voces: el top ten de sus éxitos está encabezado por el Lehendakari, Picachu y una puerta al cerrarse. Creo que para reventar las audiencias, lo mejor sería que ambos se enrollaran. Aunque no sé si van a estar por la labor. Desde luego, en la casa se llevarían bien.

-Diossa. En realidad, se llama Anabel, pero ya ni me sale el nombre: es Diossa, y punto. ¿Conocéis la canción 'Divina de la muerte'? Es imposible que suene sin que piense en ella, porque me da la sensación de que tiene alguna prenda de todas las marcas allí nombradas. Además de unas gafas ultrafashion de original montura azul, posee un millón de gestos y expresiones que la delatan: por ejemplo, 'eres tú mi gitanitoooo' (canturreao), 'tiene pinta de hola qué tal' (trad. parece maricón), 'te dedico la mejor de mis sonrisas' (trad. vete al carajo), etecéetecé. Tendría muchos temas comunes, e intuyo que una buena relación, con el cuarto concursante: Osea con...

-...Isidoro. Es lo más. Isidoro es un chaval excelente, buen amigo, profundo y noble. Aunque su fascinación por Dolce Gavanna, Gucci, Louis Vuitton, etcétera, lo convierten en un personaje singular. Recuerdo que en cierto viaje en furgoneta por tierras italianas, para combatir el pestazo que seguro que echábamos los seis expedicionarios, sacaba un dosificador de perfume (de perfume caro, conste) y como dirían los Morancos, hacía 'cuchiflín, cuchiflín' a derecha e izquierda. Aquello se convertía ipso facto en la planta baja de El Corte Inglés. Daría mucho, muchísimo juego.

-Paqui. Paqui es vieja, muy vieja. O eso afirma la historia. Al parecer, estuvo filtreando con Napoleón, y dicen los jerogríficos que Nefertiti le tenía celos. Bromas aparte, es en realidad una persona curiosa: su edad ronda la cuarentena, aunque parece bastante más joven. Es guapa, le encanta quedar con sus amigos para tomar copas, tapitas y demás, tiene un coche bonito, un piso nuevo, va con frecuencia a Oxford (no sé para qué, honestly)... es casi un partidito. Pero he decidido ficharla para mi GH. Porque es de las que enganchan al telespectador. Y os garantizo que en una semana, todos recorreríamos las calles españolas utilizando la tríade capitolina de sus latiguillos: "Sí, hombreeee" / "¡Venga yaaaa! / "Noooooo!!!". Todas con deje final. Así como su amplio catálogo de frasecitas en inglés: "You never know" (trad. cualquiera sabe), "life is life" (trad. jódete) y demás. Quizá sea para eso para lo que va a Oxford, ahora que lo pienso...

-Jesús. Este es un amigo de Chema (jajaja) que es la cepa freaky. Muy mariquita, pero muy muy mariquita, toma la vida como una metáfora perruna: él es un perro, el resto del personal que va a las reuniones de Colega también son perros, Colega es una perrera, sus responsables son los dueños, si van de excursión es que los llevan a pasear pa hacer sus cositas, su madre es su ama y le hace la comidita... Es, sencillamente, agotador. Lo ves en un bar y le preguntas: "Hola, ¿qué tal estás?", y te responde: "Bien, aquí olisqueando, que me han sacao a hacer mis cositas". En ocasiones me pregunto que, si la eutanasia perruna es legal, por qué coño no se la han aplicado a este tipo. Y siempre llego a la misma conclusión: porque antes tiene que ganar GH. Se llevaría fatal con to quisqui, pienso.

-La Gerarda y la Guillerma. Otros dos que mejor bailan. Gordos como soyos, y también muy mariquitas, el primero es peluquero; una especie de Barbie Bucanera (pretendidamente glamuroso, a la par que objetivamente burdo), y aunque no lo veo desde hace un par de años, es freaky de cohones. Lo último que he sabido de él es que ha puesto carteles de peluquero a domicilio cambiándose el apellido de la madre por el del padre, pues aquél es más artístico. Y, según dice, es capaz de hacerte en la cabeza un peinado latin diva: no sé qué es, pero a mí que ni me toque el poco pelo que me queda. Sin embargo, nada como el día que palpando la pelambrela de alguien, dijo: "Yo que tú me pondría un violín". Él se refería a un tono de color. Servidor, descojonado, pensó otra cosa... De la Guillerma, sólo puedo decir que es insustancial como un Colacao de sifón, y capaz de preguntarte diez veces en media hora: "¿Se me ve mu gordo?". Puff!

-Colón. Además de un buen amigo, es el tío más gracioso que he conocido en mi vida. Sólo un ejemplo: a sus anécdotas y a sus golpes se le han dedicado, que me conste, dos columnas periodísticas. Es un genio, y si pasas con él media hora, tienes asegurados al menos veinte minutos de carcajadas. Sería un fichaje estrella.

Bueno, bueno. Aquí están mis opciones, y creo que puedo ganar. ¿Cuáles son las tuyas?

martes, octubre 18, 2005

Mi inminente cumpleaños

Ya sólo faltan seis jornadas para el gran día: el próximo lunes, 24 de octubre, me caen de golpe 32 castañas. Yo, que creí que siempre tendría quince años, y que iría al Bunda, al Koala o al Sabana toda la vida, he tenido que sustituir los vaqueros por el pantaloncito de pinzas, y las camisetas por camisas pijas y alguna que otra corbata.

Ay que ver, cómo pasa el tiempo... Desde mi punto de vista, la combinación más maléfica consiste en añadir toques de melancolía con algunas dosis de buena memoria. Es entonces cuando revives, como si estuvieran ocurriendo en ese mismo instante, cientos de momentos repletos de diversión, de buena compañía y ausentes de responsabilidad.

No lo puedo evitar: conforme llega la fecha de mi cumpleaños, empiezo a recordar episodios del instituto, sin duda la etapa más feliz de mi vida. Se me vienen a la cabeza aquellas salidas nocturnas con José Enrique, Manolo o Elena por el Free Way, una discoteca oscura, maloliente y atiborrada de cafres donde sonaban en aquellos tiempos los grandes éxitos de Modern Talking y Rick Astley. ¿Y todas esas fiestas en institutos como el Antonio Machado o los Salesianos? Eran todo un clásico...

También nuestra participación en Aventura 92, un concurso que tuvo lugar en diciembre de 1987 (puff, puff!!) y donde sólo obtuvimos tres aciertos: uno de ellos mío, que era el nombre del presidente de Paraguay (Ströesner, o algo así). Pero qué bien lo pasamos, eh gordito??

Y cómo olvidar aquellas cervecitas en el Koala, un punto de encuentro nocturno donde los más amigos exponíamos nuestras ganas de arreglar el mundo en torno a una mesa altísima y sobre unos cuantos taburetes. O la excursión a Madrid, para ver la exposición de Velázquez en El Prado (no he pasado más frío en mi vida). O el viaje de fin de bachillerato a la Costa Brava, donde Elena -que bailó sevillanas en el pasillo del autobús, jeje- me arropó con un jersey porque me había quedado dormido y, al parecer, tiritaba un poco (Elena... ¿qué habrá sido de ella?).

En fin, no se trata de parecer un viejo contando batallitas de la mili. Simplemente quería compartir con vosotros algunos de esos momentos que nunca podré ni querré olvidar, y donde mis amigos, que son también mi familia, han estado siempre muy presentes. Espero que esto siga siendo así, por tanto os espero a todos, A TODOS, el próximo domingo pa decirle adiós a los treinta y uno. Así que no faltéis, eh? Paso lista.

sábado, octubre 15, 2005

La anunciada mudanza

Bueno, pues en unos días se acabarán las escusas. Desde hoy, mi nueva casa dispone de gas butano, y puedo ducharme, afeitarme y demás. Tengo cama, un par de juegos de sábanas, una cajonera para el armario empotrado, placa de ducha, sofás prestados, una mesa para revestir, tela para los visillos del dormitorio -que no barras para colgarlos- y la promesa de un mueble colgante para el baño principal.

Aunque, sobre todo, tengo una hipoteca a treinta años, un préstamo personal a siete, y la necesidad de alquilar una plaza de garaje cerca de mi puesto de trabajo -presupuestada en un mínimo de 82,36 euros mensuales- si quiero utilizar el coche que también me he comprado por necesidades del guión.

Todas estas adquisiciones han sido pasitos, o pasos, en mi camino hacia la independencia. Llevo mucho tiempo diciendo que me voy: el problema llegaba cuando recontaba los fondos de mi cuenta-vivienda y descubría que en un kiosco de pipas tendría para comprar no más de tres paquetes. ¿Y el resto del dinero? Muy sencillo: en Polonia, en los países bálticos, en el Interrail que hice por Francia, en Italia o en Turquía. En cualquier sitio, menos en el banco.

Fue mi decisión: en vez de ahorrar, viajar. Los dos son infinitivos de la primera conjugación: pero siendo joven, aquél te lleva a la postración, y éste a la vida. Aquél es fuente de ensimismamiento, y éste de crecimiento personal. Con éste aprendes a ver el mundo, a descubrir gentes y culturas, y con aquél... con aquél no aprendes nada. Como mucho, algunas nociones sobre tipos de interés y plazos fijos. Sinceramente, en aquel momento no me interesaba.

Ahora todo es diferente. Viajo si puedo, aunque valoro más un finde con la pareja o amigos en un pueblecito serrano que sinfines de museos en Estrasburgo. Siento la necesidad de construir mi hogar, de afianzar los pilares de una casa que es y será básica en mi vida. Descubro, no obstante, que la independencia tiene unos factores psicológicos mucho más importantes que cualquiera de otra índole. Aprendo, por citar un ejemplo, la gozada que supone tenderte en el sofá -aunque sea de dos plazas-, poner la BSO de La vida es bella y cerrar los ojos, sin que tu padre empiece a gritar o tu madre a contar cosas raras.

Necesito desintoxicarme. Llegar a casa, a MI casa, cerrar la puerta con llaves, darme una laaaarga ducha caliente y sentir que, ahora, todo acaba de empezar. "Bienvenido a la vida de adulto, Carlitos", me repito cada vez que cargan un nuevo recibo hipotecario en mi defenestrada cuenta corriente. Lo malo es que, salvo que la ONCE o el organismo estatal de loterías digan lo contrario, tengo una condena hipotecaria que finaliza en 2035. Y aquí no hay redención posible, témome. De momento, adiós viajes. Aunque... no sé, tengo la impresión de que igual compensa, y todo.

martes, octubre 11, 2005

¿Qué hacer con un troglodita?

Ayer lo volvió a demostrar, y reconozco que a veces me desespera. Especialmente cuando llega el otoño y servidor, para qué negarlo, se vuelve más... 'sensible' ante determinadas situaciones. Mi jefe da, día tras día, pruebas de que es un auténtico troglodita. Para muestra, un botón: a media tarde acudimos a un importante foro donde estuvo presente una de las ejecutivas más importantes de Europa.

Esa mujer, que después como jefa directa será de una u otra manera, dejó clara su visión sobre la cultura corporativa de una empresa modélica: menos echar horas por echarlas, primacía del resultado, compatibilidad del horario laboral con la vida personal, y un respeto hacia las mujeres que paren a sus hijos y, ¡oh sorpresa de la mayoría de sus jefes varones!, no se vuelven gilipollas ni se quieren retirar a un convento.

Mi jefe, en lugar de admirar que una profesional de esa talla y talante afirmara semejantes verdades como puños, sólo estaba interesado en si la señora estaba "más güena" que una conocida política allí presente. En cuál de las dos tenía mejores tetas, o las piernas más bonitas. Por supuesto, dejó claro que el resto de las profesionales asistentes la envidiaban y criticaban sin recato, "porque las mujeres son así", dijo.

Hoy, no sé cómo ha sido la historia, se ha quedado muy sorprendido de que "un individuo con rastas" (¿se escribe así?) haya sido el designado para llevar a la práctica un trabajo que requiere amplios conocimientos de Historia: es que, sencillamente, no le entraba en la cabeza que a un tío con esa pinta le interese la cultura, y no los porros uno tras otro.

De nuestro anterior becario, el más eficiente que hemos tenido en años, decía: "ese pobre chaval no está en el mundo". Y todo porque tenía un pearcing en la ceja y vestía en agosto pantalones pirata (debo aclarar que trabajaba en un despacho pequeño, sin ver ni ser visto por nadie que pudiera 'escandalizarse' ante tales pintas). No quiere ni oir hablar de hacer un curso que nos pise parte del horario de trabajo, pese a que es un derecho del trabajador -que pagamos religiosamente en nuestras nóminas- que redunda en beneficio de la propia empresa. Se planteará, supongo, que para aprender no hay mejor pócima que escuchar sus 'sabios' consejos sobre la vida en general.

¿Qué hacemos? ¿Cómo se puede convivir durante tantos años aguantando a un troglodita que, pese a que es bastante joven (aún no llega a los cincuenta), vive en un mundo de falangistas y maquis? Mi propia empresa no se merece algo así. Y siempre, por desgracia, llego a la conclusión de que un jefe es decisivo para que todo empleado se sienta o no relajado y satisfecho en su puesto de trabajo. Él tiene el poder. Lo demás, son monsergas.

viernes, octubre 07, 2005

Por si se encuentran con 'caca'

Esto es verídico, me dicen. A continuación, reproduzco literalmente un fragmento de una entrevista que cierto reportero (hombre, que conste) de la COPE hizo in situ durante la manifestación del Foro de la Familia en contra de los matrimonio homosexuales. Desde luego, no tiene desperdicio. Dice así:

-REPORTERO: "Una madre de familia se ha acercado aquí con parte de su prole. Aquí tenemos a sus dos niños al lado. Margarita, buenas tardes".

-MARGARITA: "Buenas tardes".

-REPORTERO: "Encantada de estar aquí, apoyando la manifestación..."

-MARGARITA: "Igualmente (¿?); mira, sí, estoy encantada porque soy madre, y esposa, y tengo ocho hijos (hijaputa!). Y pienso que esta ley me agrede especialmente a mí como madre (¿eehh?), porque si una mujer no se siente protegida por las leyes civiles y por su marido (¡¡TOMA YA!!) difícilmente querrá tener hijos (es decir, que ella, tras la Ley, ya no folla más. Pos menos mal!). Y luego quiero decir otra cosa. Estudié Neurociencia cuando hacía Psicología (sí, hombre!), entonces allí nos hablaban que cuando los animales tienen lesionado una glándula que se llama las amígdalas, empiezan a presentar comportamientos tales como los que hacen los homosexuales (¿en qué universidad te licenciaste?): copular por el ano, en donde el ano al recibir esos... esos espermas no pueden nunca engendrar (parece lógico), porque se encuentran con caca (¡¡ahhhh!! Ese es el problema, pues). Entonces yo no creo que eso sea interesante para la sociedad en ningún aspecto... (no, claro, lo mejor para la sociedad es tener ocho opusinos en potencia y que tú sigas viva, cabrona)

-REPORTERO: "Gracias".

-MARGARITA: "Y luego las mujeres, al masturbarse..." (amenaza con cambio de tercio).

-REPORTERO: "Margarita, gracias. La verdad es que..." (tuvo que cortarla. ¡¡LA COPE!! Joder...)

Total, que todo se reduce a un problema de amígdalas. MORALEJA: Hazte del Opus, Legionario de Cristo o militante de extrema derecha, verás como la vida pierde matices y, en consecuencia, desaparecen muchas complicaciones. Es lo suyo...

martes, octubre 04, 2005

El paso decisivo

Menudo eufemismo. Yo, que soy bastante aficionado al tenis, he elegido este título por analogía con la forma que tienen los franceses para referirse al tie-break: jeu décisif, o juego decisivo. Son esos segundos que separan el éxito del fracaso más absoluto, la victoria de la derrota. El momento en que sólo se valora el juego presente, mientras que los puntos cosechados en otros anteriores pasan a tener un valor más que relativo.

Yo estoy en esa tesitura. A veces, cuando uno tiene siete cosas entre manos, se convierte en 'su gran olvidado'. Es decir, que le prestas muuucha atención a las necesidades económicas para pagar el coche, la hipoteca o la ropa, y muy poca -menos aún- a escuchar la voz del espíritu, por llamar de alguna manera al lote formado por la conciencia+ la voluntad+ el amor+ las necesidades afectivas que todos tenemos.

Hace tiempo que me siento anclado, atrapado. Experimento sensaciones que no me gustan, nada además. He decidido que no quiero seguir así. Por tanto, voy a empezar un tratamiento psicoterapéutico. Ya he pedido la cita: sólo falta fijar día y hora, algo que haré, seguramente, esta misma tarde o mañana.

Antes, cuando era un adolescente, pensaba que eso del psicólogo era para desequilibrados que, o los trataban, o se liaban a cuchillás con to quisqui. A los veinte años, se me vino el mundo encima: no aceptaba mi homosexualidad, no me gustaba la vida que vivía, tampoco el futuro que se avecinaba en dos años, al termina la carrera... Mil cosas. Me derrumbé, y gracias a un tratamiento ante todo muy humano, aprendí a sacarle tajada a la vida.

Me ha ido genial, aunque no pude terminar aquello que empecé porque debía cumplir con la patria -eso que llamaban entonces 'servicio militar'-. Ahora, transcurridos más de ocho años desde entonces, necesito repostar. Quiero un poco más de esa introspección segura que haces delante de una persona que te guía, sin que cunda el pánico cuando te topas con lo que no quieres ver. Deseo fulminar esa debilidad que siento en los últimos meses. Pretendo, en definitiva, restaurar mis pilares psicológicos, fortalecerlos... y ser feliz valorando lo mucho que tengo.

Me asusta, sin embargo, un hecho: que cualquier psicoterapia es como una cata arqueológica. Sabes que hay algo, y su mayor o menor importancia. Pero no tienes ni idea de qué te puedes encontrar cuando los operarios empiecen a desescombrar. Y mi casa del alma amenaza ruina.

Qué carajo, por qué miedo. Si soy capaz de poner mi fuerza de voluntad al servicio de mi empresa, ¿por qué no al mío propio? Yo soy mi proyecto de vida. Debo empezar a desterrar ese miedo que me asalta, y a comprender que el verdadero pánico radica en la ausencia prolongada de amor. Afortunadamente, ese no es mi problema.

lunes, octubre 03, 2005

No lo esperaba, honestamente

No ha sido éste un buen fin de semana. De hecho, estaría bien poder borrarlo de la agenda y del recuerdo. He sufrido. Pasé una mala noche el sábado ídem, dándole al tarro y pensando que aquello no había estado bien. Crees conocer a la gente, a tu gente, y sin embargo... Además, sentí el malestar del dolor que se recuerda: "El gozo que rememoras, ya no es gozo; el dolor que se recuerda, vuelve a ser dolor", decía Byron, según creo. Fue la congoja que sentí, un 2 de octubre, al ser vetado en una foto de familia.

Seguramente, amigo bloguero, no entenderás nada. Siento no querer/poder ser más explícito, aunque necesitaba dedicarle unos minutos al desahogo que para mí supone teclear mis vivencias. La cuestión es que, por dos años consecutivos, el primer fin de semana de octubre me ha dado que pensar, por mor de la misma persona. Tendrá sus motivos, intuyo, aunque yo siento una mezcla de rabia, de impotencia y de dolor por haberme sentido... no sé, quizá traicionado, tal vez engañado. Dos años consecutivos, la misma persona me ha dejado claro que, en su vida, mis circunstancias y yo mismos somos ajenos. Eso duele... y me temo que este dolor ha venido para quedarse.