Mol, life and so on

martes, enero 15, 2008

La izquierda volátil (post muy largo, pero creo que interesante)



Empiezo reconociendo que el término no es mío, sino del sociólogo César Molinas, que lo recogió en un artículo publicado por El País hace un par de meses. Para este buen señor, al margen de los votantes de izquierda, de derecha y de centro, existe otro grupo que es, a su juicio, el que decide quién gana las elecciones: y él los agrupa bajo la denominación de ‘izquierda volátil’.

¿Cuáles son sus características? Básicamente una. Quienes sin pretenderlo forman parte de esa izquierda volátil no se sienten cómodos, porque son de izquierdas, con un gobierno del PP. Pero tampoco sienten una especial cercanía y/o simpatía hacia el PSOE. Es decir, que no se mueren por el partido de Zapatero, y no porque esté más a la derecha o al centro que por ejemplo Izquierda Unida.

Por tanto, suele ser habitual que los ‘militantes’ de esa izquierda volátil opten por pasar en la playa el día de las elecciones y permitir de ese modo que engorde el porcentaje de la abstención… y las posibilidades de la derecha, claro.

Molinas pone un par de ejemplos. Dice que en todas las elecciones generales que ha habido en España desde 1982, la izquierda obtuvo entre 2,3 y 3,5 millones de votos más que la derecha. Sólo hubo una excepción, las del año 2000, que casualmente fueron las que registraron una participación más baja (69%)… y unos mayores índices de abstención, como es lógico. La izquierda volátil se volvió a ir a la playa. Parece ser, según asegura el autor, que la derecha ganó con mayoría absoluta por 0,6 millones de votos más que en 2000: pero la izquierda perdió 2,7 millones de votos.

Y con respecto a las últimas municipales, la aplastante victoria del PP en la capital de España se debió, a juicio del señor Molinas, a que el PSOE perdió 139.000 votos: porque el PP sólo obtuvo 709 más que en 2003, cuando se enfrentaron con la Trini Sonrisas.

En fin, él manifiesta que esto siempre ha sido así en España, incluso durante la II República, aunque no sabe muy bien por qué. Eso sí, parece que es el único caso en Europa donde sucede, pese a que en la segunda mitad del siglo XX se incrementaron notablemente las clases medias.

Seremos raros, pero yo soy uno de ellos. Uno de los miembros de esa izquierda volátil, quiero decir. Reconozco que el PP me repugna, pero también me cae mal el PSOE (sobre todo en el del cortijo andaluz) y, antes que votarle a IU o a los andalucistas, prefiero quemar la papeleta. Hoy me ahorraré la sarta de insultos para todos ellos. ¿Cuál ha sido hasta ahora mi estrategia? Votar, porque lo consideraba un deber cívico –hay muchos domingos para ir a la playa o vaguear-, pero con el sobre en blanco.

¿Cuándo decidí votarle al PSOE? En las últimas elecciones (con la presión psicológica de Josemariquita, que hasta me llamó para preguntarme si había votado ya y a quién, jejeje). Lo decidí en la noche de la jornada de reflexión, cuando le escuché al actual candidato pepero aquella famosa frase: “¡¡No lo vamos a consentir!!”. ¿Cómo lo impediréis? ¿Sacando los tanques a la calle? Por mí, mañana seréis historia. Y lo fueron.

No creo que el PSOE lo haya hecho muy mal durante estos cuatro años. En mi opinión, leyes como la del matrimonio homosexual, que me afecta de lleno, la retirada de las tropas de Irak (donde estaban ilegalmente) o la ley de dependencia, justifican una legislatura.

Aparte, ha habido más (ayudas para alquileres y préstamos para cursar másteres oficiales, renovación de estatutos de autonomía, la ley sobre la violencia de género, etcétera). No me parece del todo mal que haya habido un intento de negociar con una ETA que llevaba años sin matar (un aro por el que han pasado todos los partidos que han podido) y, desde luego, no creo que España se rompa. Aunque si se rompe, tal vez sea porque catalanes y vascos, mal que nos pese (a mí el primero), nunca se han sentido identificados del todo con el hecho de ser españoles. Y la solución, llegado el caso, no puede ser retenerlos a bombazos. Yo no sé cuál es, si la hay, pero sí la que no es.

También creo que el PP no lo haría peor si llega al poder, especialmente en el aspecto económico. Pero pienso, honestamente, que la libertad, las libertades de todos y cada uno de nosotros, se verían francamente afectadas. Y en según qué casos, incluso los derechos. Porque entiendo que un partido que interpone un recurso de inconstitucionalidad contra la ley que a mí me permite casarme, la derogaría si tuviera mayoría suficiente. Por coherencia y por vergüenza torera, ¿no? ¿Y qué pasaría conmigo? ¿Y con las miles de parejas que ya han dado el paso?

Pero hay más. ¿Qué ocurriría con los catalanes? ¿Y con los vascos? Porque meter otra vez al PP en el Gobierno de España (por cierto, campaña publicitaria de largo recorrido que me parece acertada) sería como mezclar sodio con agua. Tal vez entonces sí que se rompiera España. ¿O tal vez no?

Y una cuarta cosa: las malas compañías. Eso de ir tan de la manita con el núcleo duro de la Iglesia… eso de contar en su cúpula directiva con ministros futuribles como Zaplana y sobre todo Acebes (¿o es Aceves? Jeje)… eso de haber reforzado aquellos matices que le vinculan a su electorado más fiel, pese a saber que nunca le iba a fallar y que, siguiendo esa línea, se comerá poco por el centro… ¡¡uff!! Qué peligro con tanta perla, tanta rubia de bote, tanta camisita azul con puños blancos y tanto abrigo de piel.

Pienso, honestamente, que lo mejor para el PP sería perder las elecciones, que dimitiera Rajoy con sus dos apósitos ya citados, y que la gente nueva que llegara tuviese en cuenta que todavía quedan personas a las que es fácil llegar con palabras, no con insultos ni tampoco envenenando el clima de convivencia. Creo que soy uno de ellos.

Y creo también que lo mejor que le puede pasar a España es que el PSOE no gane tampoco las elecciones, porque la experiencia nos dice que los segundos mandatos nunca han sido buenos, y porque la alternancia es sana. Pero como entonces, sin PP y sin PSOE, gobernaría Lopera, y eso es inviable (gracias a su Gran Poder), mejor dejo de ser izquierda volátil y el 9-M vuelvo a meter en el sobre, por segunda vez, una papeleta rellena. Qué le vamos a hacer.

viernes, enero 04, 2008

Terror y Juegos Olímpicos: welcome to China!


A veces tengo la sensación de que el mundo es como una gran comunidad de propietarios, donde los vecinos tienen más o menos suerte con el de la puerta de al lado.
Aquí vive la familia ejemplar que pasea educadamente a su perro (podría ser Suecia, por ejemplo). También los quinquis de ahí es poco (Kenia, o Irak, o Afganistán), los que pasan desapercibidos (Portugal), quienes te quieren convencer de que ellos son lo mejor para el bloque (Reino Unido) y al tocahuevos de turno (Venezuela, Corea del Norte, etc). También está ése con el que todos congenian, pero que es incompatible contigo porque ambos os peleásteis por las lindes del patio (Marruecos para España, y viceversa). Hablo como es lógico de regímenes, de modelos de estado y de legislaciones, no de los ciudadanos de a pie.
Sin embargo, mientras que todos podemos reconocer más o menos a alguien en las tipologías anteriores, no todos tenemos la desgracia de convivir con el típico hijoputa peligroso que, si le ríes las gracias, malo, y si no se las ríes, peor. En esta gran comunidad de vecinos que es el mundo, todos tenemos uno de esa tipología: se llama China.

Reconozco que hay cuatro países en el mundo a los que tengo un odio especial, y por motivos parecidos. Básicamente, por su capacidad para irse de rositas con un tema: los derechos humanos. Y por avasallar. Son Estados Unidos, Rusia, Arabia Saudí y, por supuesto, China. A mí me parece que este país está tomando en los últimos años un protagonismo que no le corresponde. ¿Qué hace China? Muy sencillo: correr el Tour de Francia en moto, y encima presumir de que gana.

Es un Estado que pisa el cuello de sus administrados imponiendo condiciones laborales infrahumanas. ¿Hay alguien que no sepa cómo trabajan las mujeres que fabrican los productos 'Made in China'? Pues con jornadas que en nada se parecen a las 7/8 horas de occidente, sin derechos sociales ni sindicales, con sueldos míseros, con un cuenco de arroz hervido como único sustento y hasta con un cupo de veces para ir al baño. Osea, que si tienes dos oportunidades y te meas una tercera, te jodes y cierras las piernas, que sentadita se aguantan mejor las ganas.

Hacen la vista gorda con casos de esclavitud infantil, aunque lo nieguen. Y luego, pretenden que sus baratijas compitan a nivel internacional con, por ejemplo, los zapatos de la Comunidad Valenciana, donde los empleados cobran más o menos, viven más o menos y, desde luego, comen y tienen derechos que hay que pagar. Por eso no sólo compiten, sino que arrasan. Así es imposible. Es David contra un Goliat con pinta de comunista y actitudes que dejan en bragas al capitalismo más rancio y salvaje.

Esa es una faceta. Hay muchas más. Ayer, por ejemplo, publicaba la prensa que este gran país ha decidido sustituir el tiro en la nuca por la inyección letal como instrumento para aniquilar cada año a más de 8.000 reos. ¡¡¡¡8.000 condenados a muerte cada año!!!! ¿Habéis oído alguna vez que un político denuncie los crímenes del gobierno chino? Yo no, pero sí he escuchado declaraciones contra los gobernadores de Texas y California por no conmutar la pena capital de un individuo, o contra Irán por ejecutar presuntamente a homosexuales, o incluso contra Japón por no haber eliminado todavía de su código penal un castigo nauseabundo y deleznable. China hace y deshace a su antojo mientras el resto del mundo dice amén.

Uy, he dicho amén. Eso me recuerda que la Iglesia Católica tiene serios problemas en este país. ¿Por qué? Pues porque la consideran una injerencia externa. Ellos tienen su propia variante, una iglesia nacional cuyo nombre no recuerdo (ni quiero) y que sólo es reconocida (y ampliamente controlada) por ellos. E imagino que el resto de las confesiones tendrán el mismo problema (me consta que el islám lo tiene muy crudo en la zona oriental del país, donde esta creencia convive con el budismo).

Y si hablamos de fronteras, todos sabemos que este país se apoderó del Tibet por la cara. Y no sólo eso, sino que amenaza a los demás estados (incluidos Estados Unidos y Alemania) cuando reciben al Dalai Lama. Ahora, que a nadie se le ocurra reconocer a Taiwan, que para ellos es una provincia rebelde. ¿Recordáis el episodio de los submarinos en época de Aznar? Los americanos tenían cerrado un contrato con Taiwan, China se metió por medio con amenazas, y Estados Unidos-Bush por salvar la cara le pasó el pedido a su primo de España. Más amenazas.

Por último, Internet. La censura allí es total, pero no sé cómo se libraban del tema los vídeos. Bien, pues a raíz del ataque de cuernos que ocurrió ayer, y que tuvo trascendencia pública a través de la Red, el gobierno chino ha decidido que a partir del día 31 van a endurecer (más si cabe) la legislación y a darle leña al mono, que es de goma. ¿Vomito ya?

Y hoy no hablaré de las barbaridades medioambientales, del CO2, de Kioto ni de Bali, porque me cabreo. Tampoco de los sonados, reiterados y serios casos de espionaje a las redes informáticas gubernamentales del Reino Unido, traducidos por los propios afectados casi como una travesura infantil y mirusté pa otro lado, que el mercado es enorme.

Eso sí: este bendito año que acaba de comenzar, China pondrá su mejor carita delante del mundo para vender un sueño olímpico que, en mi opinión, es incompatible con todos los abusos que comete este país de pesadilla. Por todo ello, pienso que los gobiernos de buena voluntad, si existieran, deberían anunciar un boicot y proclamar sin complejos que, antes que las medallas y la notoriedad pública, están las personas y el futuro de los pueblos. Ojalá fuera verdad, pero...