Mol, life and so on

viernes, mayo 11, 2012

Caminos cruzados



Nunca olvidaré aquel lunes. Tanto fue el cántaro a la fuente que, al final, se terminó quebrando. Llevaba mucho tiempo, tal vez demasiado, sin experimentar una cercanía tan plena, tan llena de espíritu y de sensualidad. Miradas. Sonrisas. Caricias. España se proclamaría en breve campeona del mundo, y la vida me permitió lanzar un tiro desde el punto de penalti que colé por toda la escuadra. Quedamos para comer y, de repente, estábamos tumbados en el sofá, abrazados, mirándonos, besándonos y combatiendo los rigores veraniegos bajo el aire acondicionado, que actuó de único testigo. Así hasta que a la mañana del día siguiente nos levantamos para ir a trabajar.

“Levitar era esto”, me dije. Nos conocimos poco antes, y ambos sabíamos que existía interés mutuo, mucho feeling. Nos quemamos. Volvimos a quemarnos unas cuantas veces, hasta que el fuego nos consumió. “Me gustas mucho, pero no estoy preparado para esto”, me dijo. Yo no lo entendí en ese momento. Luego sí. Las experiencias vividas posteriormente me enseñaron que, a veces, la vida te ofrece cosas que no son lo que parecen, papeles que no podrás clasificar en tal o cual archivo, por mucho que te empeñes.

Al principio hubo malentendidos, reacciones que no me gustaron, mal rollito. Pasaron unos meses y retomamos sutilmente el contacto. Un día le pedí que me recomendase un hotel en Londres: “Acabo de llegar de allí”, me dijo. “Está claro que, en la vida, tus caminos y los míos están llamados a cruzarse a destiempo”, sentenció entre risas. Me pareció una ironía innecesaria, aunque no exenta de razón. Hoy, él es uno de mis mejores amigos, un ser al que adoro, feliz con su chico y yo, aún más feliz de verlo así: porque se merece todo lo bueno que pueda ocurrirle. Y yo que lo vea, como dicen las maris...

Mañana sábado hará un año que te conocí en persona. ¿Me gustabas? No, me encantabas. Me flipabas. Te vi, y le solté a Chema ese “hoooostias....”, que tú ya sabes. Por azar coincidimos en el ciberespacio. Nos estuvimos tecnocomunicando durante un par de semanas, hasta que finalmente dimos el paso: “¿Un café? Me encantaría”. Café, cerveza y paseo. De ahí surgió un post, porque necesitaba darle forma a lo que sentí, y brotó un germen ilusionante, no sin ciertos –muchos- miedos. Algunas personas me confesaron que lo vuestro no tenía futuro, y alguien ajeno a tu círculo incluso dijo que habías explicitado públicamente tu interés por mí. Tal vez por eso creí que pisaba suelo seguro... y sin duda, por eso mismo, tus reacciones me descuadraban.

Te percibí “rarito”, y me alejé: el Dios del Sol me había chamuscado, y no tenía el alma para experimentos. Luego todo cuadró. Poco después, te acercaste y me tendiste una mano, que yo acepté encantado. El verano fue intenso para ambos, por motivos diferentes, y hallamos calor humano en el otro. Empezamos a hablar, a compartir palabras, signos de aliento, gestos de cariño. Ya poco importaban las razones que me llevaron a ti, sino que valoraba simplemente el hecho de estar contigo, de tenerte cerquita y en nómina.

Pasaron más cosas, y esos lazos fueron estrechándose, fortaleciéndose. Nos sentíamos solos, y ambos cuidábamos del otro. Cuando Murcia se vino abajo, percibí un bálsamo en tu cercanía, eso ya lo sabes... y también sabes que lo agradezco en el alma. Ahí estabas, ahí sigues. Desde entonces, no ha pasado un solo día sin que el uno sepa del otro: y yo, que me acerqué a ti por tu cara, tu cuerpo y tu simpatía, descubro que me ha tocado la lotería en forma de amigo noble y fiel. Qué ciego estuve...

El otro día me preguntabas si cambiaría nuestra relación por otro tipo de relación. Está claro que a todos nos gusta lo bueno, y cuando pienso en qué tipo de pareja quiero para mi vida, la respuesta llega con el título de esa canción que tanto te gusta: “Someone like you”. Pero no podrás ser tú, porque nuestros caminos están cruzados, como los míos con los suyos durante aquel verano futbolero. En este caso no hay ninguna razón psicólógica que lo impida, ni una ruptura traumática y cercana que genere pavor hacia el término pareja, sino algo mucho más hermoso: un compromiso con alguien a quien amas y que te ama. Nada más y nada menos.

Puede que si tú no estuvieras comprometido hubiera opciones, o puede que no. Pero eso ahora es lo de menos, porque es tanto lo que me das que, en estos momentos, yo soy feliz cerca de ti y lo soy cuando te veo feliz con él. Así yo renuncio a lo que sea necesario. Hace poco te lo decía aplicado a otro individuo: “Cuando alguien te quiere de verdad, tiene que saber dar un paso atrás, tiene que saber renunciar si con eso te beneficia. Porque se supone que, al quererte, quiere lo mejor para ti”. ¿Sabes? También es una receta aplicable a mí mismo. Ni quise ni intenté salir “por patas” cuando vi que contigo no había nada que hacer, sencillamente no es mi estilo... y no sabes cuánto me alegro: porque no es fácil hallar un tesoro sin ser pirata, y yo me he topado con uno muy grande y valiosísimo sin navegar ni pisar isla alguna. Suerte que he tenido...

Gracias a la vida, que me ha regalado un hermano. Y sobre todo, que me ha sorprendido y me ha dado una lección de amor. Déjame, eso sí, que te felicite por nuestro primer aniversario; decía Mecano “es nuestro aniversario, y no sabemos si besarnos en la cara o en los labios”. Nosotros nos besaremos en la cara, y nos daremos un fuerte abrazo, como siempre que nos vemos. Porque tus labios están reservados, y así tiene que ser. Y así quiero que sea... y que siga siendo. Es tu felicidad, y en ella va también una parte importante de la mía.

Y gracias a ti también. Por todo un año de humanidad fraternal y buenos sentimientos. Te quiero muchísimo, "mana".