Gotitas de hastío
Llevo algún tiempo dándole vueltas a
esto. Imaginad un tazón gande de café con leche. ¿Cuántas gotas hay de café?
Miles, tal vez. ¿Y de leche? Más que miles, si te gusta el café rebajado. Sin
embargo, coges el endulzante líquido, arrojas dos lagrimitas al interior de la
porcelana, y todo el conjunto cambia, se altera. Parece magia, pero es algo tan
simple como la consideración de que no todos los efectos son idénticos, ni
todas las densidades... ni todas las personas, claro.
En mi vida pasa algo parecido. En general
estoy bien, lo tengo todo para ser feliz. Soy un alma inquieta, y eso es
fundamental para sentirse vivo. Creo que soy moderadamente culto, siempre con
proyectos entre manos y ganas de aprender. Tengo un cuerpo más que aceptable,
cuidado, curtido gracias a quince años de ejercicio (in)interrummpido, pero al
mismo tiempo con la suficiente personalidad como para pensar que un helado de
chocolate a tiempo es la mejor de las victorias. Soy buen tipo, bastante noble,
de buen corazón, más o menos agraciado, con la vida laboral todo lo encauzada
que puede estar en coyunturas tan perras como la actual, viajero, con mucha
gente buena que me quiere a mi alrededor... equilibrado, en general.
Recuerdo que cierto día estaba un
servidor leyendo, lapicero en mano, a las puertas de la oficina: concretamente
sentado en los veladores del bar que nos sirve desayunos y algún que otro
almuerzo. Entonces se me acercó una chica que me soltó de bruces cuatro
palabras: “¿Dónde está el fallo?” No la entendí. Luego me explicó que cuál era
el fallo para que un chico con “tantas” virtudes siguiera solo solito solo. Más
de un gay me ha dicho algo parecido en alguna ocasión, y yo me he sentido como
si acudiera a una entrevista laboral y el director de recursos humanos arqueara
una ceja al contemplar un curriculum brillante. ¿Es culpa mía tenerlo y que ésas
sean mis circunstancias? Pues algo parecido.
¿Dónde está el fallo? Seguramente en que
las fórmulas habituales no sirven para mí. O tal vez en que soy un inadaptado.
No me molan las parejas abiertas, así que si veo que mi relación no funciona,
entiendo que el ciclo está cubierto y a otra cosa, mariposa. Nunca es fácil,
pero la esclavitud como contrapartida es un precio demasiado alto. Soy monógamo,
y saltarme la monogamia para mí sería impensable: si lo hiciera, sería por
miedo. Y creo que tengo alguna que otra virtud como para sentir algo así. Tal vez si fuera de flor en flor, probando y
desprobando, encontrara algo pasando y volviendo a pasar las páginas del
catálogo finito que es el mundillo gay en ésta nuestra ciudad. Pero claro... la
intimidad es un valor demasiado importante, a mi juicio, para verme luego de
boca en boca entre toda la gentuza que lo puebla. ¿Cómo puedes conocer a gente?
Si descartas perfiles, conocidos y sexo a saco, las posibilidades se reducen
casi al 100%. Y por otra parte, el tipo de persona que puebla esos hábitats no
es, normalmente, objeto de mis deseos. Así que todo se complica un poco más.
Las dos últimas personas que he conocido
son cuando menos extrañas. Uno de ellos, teóricamente romántico y
pretendidamente sensible, se quejaba de los efectos de la soledad. Sin embargo,
conforme fui conociéndolo entendí que a veces la soledad es consecuencia de
nuestros actos. Otro, sin embargo, era un tipo casi perfecto, con grandes
virtudes a todos los niveles. El problema, que lleva catorce años con un novio
al que sólo quiere en teoría, pero con quien ya no tiene sexo. Así que en esas
estaba cuando se topó conmigo, y me comió la oreja con promesas de todo tipo y
piropos que iban aún más allá. Al final, si digo que no me pierdo unos cuantos
polvazos, pero si digo que sí sólo seré la TTS (tabla temporal de salvación)
para un buque que, antes o después, terminará yéndose a pique. ¿Y qué pinto yo
ahí?
Se da la paradoja de que no me fío de
casi nadie, y siento además que casi nadie se fía de mí. Si ofreces amistad,
alguien (a veces el propio beneficiario) puede tener las dudas de que tus
intenciones van más allá, pero si rechazas sexo, entonces eres un puto
calientapollas porque a quién coño le interesa ser tu amigo, si amigos hay a
miles. Yo no suelo ofrecer sexo, pero estoy seguro de que si lo hiciera, aunque
fuera con carácter puntual, el personal me tacharía de ser facilón: y si
rechazo amistades viperinas (ésas de sonrisas bienintencionadas que camuflan a pollas
tiesas), será porque soy mala persona.
Sinceramente, lo gay cansa. Y mucho. ¿Hay
gente normal? No lo sé. Alguna he conocido, pero no demasiada. Harto estoy de
patrones, que no de personas. Y a veces, siento que ese detalle de mi vida
(unas gotas en un gran mar donde hay familia, amigos de verdad, proyectos,
trabajo, estudios, perros e inquietudes varias) tinta un poco de sombras a todo
el conjunto. De ahí el poder de las gotitas al que aludía al principio. La
solución, aunque duela, pasa por comprender que la faceta sentimental (donde
hasta ahora me ha ido de puto culo, y perdón por la expresión) debe ser
desterrada. Aniquilada. Enamorarse es un fracaso, dejarse llevar una pérdida de
tiempo: y el riesgo de que jueguen contigo, en ambos casos, es tan alto que
casi no merece la pena intentarlo... salvo que te atraigan los deportes
extremos.
¿No es el caso? Pues entonces únete al
club y asume que la compañía viene de un perro, el amor de tu madre/amigos, y
el placer de unos huevos de silicona que inventó cierto japonés de nombre
impronunciable. Todo lo demás es un cuento chino (que no japonés). Me
encantaría estar equivocado, pero creo que la posibilidad de enamorarse y de
ser correspondido es tan, tan mínima, que antes me saldría melena. Y los
tirabuzones ya los perdí para siempre: como el amor. Ahora toca vivir pensando
que no está mal eso de ser calvo... y que la soledad, como la calvicie, también
posee sus propios atractivos. ¿O no?
10 Comentarios:
Bienvenido a los paseos de Soledad y yo, mi querido Principe...
Por
Ana Rosa Tinoco, a las 11:20 p. m.
Déjate de tonterias y sigue buscando. El amor es lo único que vale la pena.
Cristóbal.
Por
Anónimo, a las 5:07 p. m.
Deberías de poner tu correo electrónico por algún sitio, para que la gente pueda mandarte algo por privado, ¿no? XD
Por
Anónimo, a las 11:37 a. m.
poderperrunoooo@hotmail.com. Tened en cuenta que "perruno" lleva cuatro letras [o] :)))
Por
Carlitos Sublime, a las 9:46 p. m.
Gracias, Cristóbal, por tu aportación. A veces lo veo con un poco de más optimismo, pero me cuesta. Me cuesta, porque me he llevado hostias muy dolorosas. Espero que sigas participando. Un abrazo!!
Por
Carlitos Sublime, a las 9:48 p. m.
Tanto buscar, tanto buscar. Deja que te encuentren, hombre.
Por
Anónimo, a las 1:05 a. m.
Quisiera saber si desde que has escrito esta entrada hasta el presente, has encontrado ya a un buen hombre o si deberia mandarte un correo. (No quisiera mandarte el correo y que me contestes que has encontrado un churri y se me quede cara de panoli) Espero respuesta XD
Por
Anónimo, a las 1:31 p. m.
Un hombre en la cama es siempre un hombre en la cama
Por
Anónimo, a las 6:31 p. m.
Creo que he leído tu artículo en el momento correcto, porque yo también transito un periodo sentimental parecido al tuyo, de bastante hastío a ése nivel.
Cansado de ser uno más en brazos de otros, sin identidad. Yo no busco eso, busco ser uno en brazos de otro, y que sea recíproco. Me pasa como a tí, creo que mi deseo es imposible porque todo lo que se me ofrece no acaba de convencerme.
Yo sí creo en el amor, probablemente porque mis historias sentimentales han sido intensas pero han durado poco, muy poco tiempo, y estoy necesitado algo más largo, menos intenso y más estable.
Veremos si lo consigo.
Besos!!
Por
davichini, a las 9:04 p. m.
Echándote de menos
Por
Anónimo, a las 8:52 a. m.
Publicar un comentario
<< Inicio