¿Qué hacer con un troglodita?
Ayer lo volvió a demostrar, y reconozco que a veces me desespera. Especialmente cuando llega el otoño y servidor, para qué negarlo, se vuelve más... 'sensible' ante determinadas situaciones. Mi jefe da, día tras día, pruebas de que es un auténtico troglodita. Para muestra, un botón: a media tarde acudimos a un importante foro donde estuvo presente una de las ejecutivas más importantes de Europa.
Esa mujer, que después como jefa directa será de una u otra manera, dejó clara su visión sobre la cultura corporativa de una empresa modélica: menos echar horas por echarlas, primacía del resultado, compatibilidad del horario laboral con la vida personal, y un respeto hacia las mujeres que paren a sus hijos y, ¡oh sorpresa de la mayoría de sus jefes varones!, no se vuelven gilipollas ni se quieren retirar a un convento.
Mi jefe, en lugar de admirar que una profesional de esa talla y talante afirmara semejantes verdades como puños, sólo estaba interesado en si la señora estaba "más güena" que una conocida política allí presente. En cuál de las dos tenía mejores tetas, o las piernas más bonitas. Por supuesto, dejó claro que el resto de las profesionales asistentes la envidiaban y criticaban sin recato, "porque las mujeres son así", dijo.
Hoy, no sé cómo ha sido la historia, se ha quedado muy sorprendido de que "un individuo con rastas" (¿se escribe así?) haya sido el designado para llevar a la práctica un trabajo que requiere amplios conocimientos de Historia: es que, sencillamente, no le entraba en la cabeza que a un tío con esa pinta le interese la cultura, y no los porros uno tras otro.
De nuestro anterior becario, el más eficiente que hemos tenido en años, decía: "ese pobre chaval no está en el mundo". Y todo porque tenía un pearcing en la ceja y vestía en agosto pantalones pirata (debo aclarar que trabajaba en un despacho pequeño, sin ver ni ser visto por nadie que pudiera 'escandalizarse' ante tales pintas). No quiere ni oir hablar de hacer un curso que nos pise parte del horario de trabajo, pese a que es un derecho del trabajador -que pagamos religiosamente en nuestras nóminas- que redunda en beneficio de la propia empresa. Se planteará, supongo, que para aprender no hay mejor pócima que escuchar sus 'sabios' consejos sobre la vida en general.
¿Qué hacemos? ¿Cómo se puede convivir durante tantos años aguantando a un troglodita que, pese a que es bastante joven (aún no llega a los cincuenta), vive en un mundo de falangistas y maquis? Mi propia empresa no se merece algo así. Y siempre, por desgracia, llego a la conclusión de que un jefe es decisivo para que todo empleado se sienta o no relajado y satisfecho en su puesto de trabajo. Él tiene el poder. Lo demás, son monsergas.
Esa mujer, que después como jefa directa será de una u otra manera, dejó clara su visión sobre la cultura corporativa de una empresa modélica: menos echar horas por echarlas, primacía del resultado, compatibilidad del horario laboral con la vida personal, y un respeto hacia las mujeres que paren a sus hijos y, ¡oh sorpresa de la mayoría de sus jefes varones!, no se vuelven gilipollas ni se quieren retirar a un convento.
Mi jefe, en lugar de admirar que una profesional de esa talla y talante afirmara semejantes verdades como puños, sólo estaba interesado en si la señora estaba "más güena" que una conocida política allí presente. En cuál de las dos tenía mejores tetas, o las piernas más bonitas. Por supuesto, dejó claro que el resto de las profesionales asistentes la envidiaban y criticaban sin recato, "porque las mujeres son así", dijo.
Hoy, no sé cómo ha sido la historia, se ha quedado muy sorprendido de que "un individuo con rastas" (¿se escribe así?) haya sido el designado para llevar a la práctica un trabajo que requiere amplios conocimientos de Historia: es que, sencillamente, no le entraba en la cabeza que a un tío con esa pinta le interese la cultura, y no los porros uno tras otro.
De nuestro anterior becario, el más eficiente que hemos tenido en años, decía: "ese pobre chaval no está en el mundo". Y todo porque tenía un pearcing en la ceja y vestía en agosto pantalones pirata (debo aclarar que trabajaba en un despacho pequeño, sin ver ni ser visto por nadie que pudiera 'escandalizarse' ante tales pintas). No quiere ni oir hablar de hacer un curso que nos pise parte del horario de trabajo, pese a que es un derecho del trabajador -que pagamos religiosamente en nuestras nóminas- que redunda en beneficio de la propia empresa. Se planteará, supongo, que para aprender no hay mejor pócima que escuchar sus 'sabios' consejos sobre la vida en general.
¿Qué hacemos? ¿Cómo se puede convivir durante tantos años aguantando a un troglodita que, pese a que es bastante joven (aún no llega a los cincuenta), vive en un mundo de falangistas y maquis? Mi propia empresa no se merece algo así. Y siempre, por desgracia, llego a la conclusión de que un jefe es decisivo para que todo empleado se sienta o no relajado y satisfecho en su puesto de trabajo. Él tiene el poder. Lo demás, son monsergas.
9 Comentarios:
Pos hijo, que le vamos a hacer. Por no callarme ante tíos así he salio escopetá d eun montón de trabajos. Hasta que encontré uno, donde me dejan hacer y deshacer ya que saben que horas y dedicación no me faltan; donde si cierroa tiempo, luego puedo estar tres días a la bartola ydonde invierten en tu formación yte dan facilkidades para ello. Parece una quimnera pero no. El problema es que, desgrciadamente, todos los jefes de según que zonas son así: mediocres. Entre mediocres se apoyan y azuzan. Besos
Por cafoscarina, a las 4:05 p. m.
Con el troglodita no vas a poder hacer nada, excepto intentar que te afecte lo menos posible. Y, es que hay cada uno que deja mucho que desear. Se dejan llevar por las apariencias en vez de valorar lo que de verdad vale y merece la pena, pero... no tienen solución (o yo no conozco a ninguno que la haya tenido). El respeto no se debe dirigir hacia los "sexos", se debe dirigir a las personas, sean lo que sean y cómo sean y por supuesto, saber valorar su profesionalidad y valía.
Besos.
Por Anónimo, a las 5:39 p. m.
Por cierto Carlitos, ¿cómo estás? ¿un poco mejor? Ya me dirás.
Por Anónimo, a las 5:41 p. m.
Siempre escribes sobre temas que me encantan... Joder, si es que yo quiero hablar de estos temas en mi blog, pero como ya lo haces tú... pues yo aquí me desmeleno y digo lo que me da la gana, que para eso soy tu hermano.
Mira, lo que dice mi querida Cafoscarina sería lo más contundente: salir corriendo. Eso sí, no si antes redactar una carta de dimisión donde no falte ningún tipo de detalle. Por ejemplo:
A quien proceda: (jefe de personal, director del departamento de recursos humanos, superior de poca monta...etc)
Debido a la ignorancia supina y la más absoluta estupidez que habita en las mentes de los altos cargos de esta compañia, me veo en la obligación de presentar mi dimisión con caracter irrevocable.
Lamento profundamente que a partir de ahora su empresa cuente con un ser humano menos, dotado de inteligencia y sensibilidad. Aunque por otra parte, siguiendo la vieja máxima macroeconómica de convertir las adversidades en oportunidades, ahora se les brinda la ocasión de cubrir mi vacante con otro trabajador necio, machista, incompetente y reaccionario, al que puedan ustedes seguir moldeando y explotando a su antojo.
Prefiero vivir de la indigencia o debajo de un puente que ganarme la vida en la casa de putas que ustedes dirigen con tanta desvergüenza e inmoralidad.
Sin otro particular y deseándoles la más absoluta de las desgracias, se despide,
Carlitos sublime.
Sevilla 11 octubre 2005
Por Darko, a las 5:50 p. m.
Bueno tío, ahora en serio, paciencia y mucho ánimo para soportar a estos carcamales.
Ah, y María te ha hecho una pregunta que nos interesa a todos...
Un abrazo, hermano.
Por Darko, a las 6:12 p. m.
tiene que haber de todo... no? incluso trogloditas que destaquen la evolución en el resto de los individuos, un besito
Por Gaddira, a las 6:34 p. m.
Oye, que te he leído en el blog de María... ya estás tardando en animarte y en sonreír...
Tu cuarto... una preciosidad, jaja.
Venga, arriba esa barbilla!
Si te aburres...voy para allá y nos emborrachamos...
Y ya estás tardando en dejarme un comentario en mi último post...
Un abrazo.
Por Darko, a las 9:07 p. m.
Supongo que he tenido suerte y nunca me he topado con un energúmeno así. Yo por mi parte siempre he tratado que la gente que esta conmigo sea feliz o al menos se lo pase bien en el trabajo y aunque no sea esa la intención, la verdad que todo el mundo rinde más. El trabajo es solo trabajo, la vida es algo más.
Por Anónimo, a las 9:56 p. m.
Upssss !!!!
Por Anónimo, a las 12:15 p. m.
Publicar un comentario
<< Inicio