Mol, life and so on

miércoles, abril 04, 2012

Belleza asimétrica



He leído hace poco que la singularidad de tu rostro reside en su asimetría. La posición de una ceja no halla reflejo en la otra; con las aletas nasales ocurre lo mismo, y con el resalte de las mejillas... y con las comisuras de tus labios, que generan una boca tan irregular como armónica, por paradójico que esto pueda parecer.

También he leído que si trazamos una línea vertical que divida tu rostro en dos mitades, ningún rasgo, absolutamente ninguno, se vería reflejado en el lado contrario. Ni siquiera el número de lágrimas, dos en uno, tres en otro. De hecho, todos hemos jugado a mirarte ambos perfiles para averiguar si es cierto que por uno sonríes, y por el otro lloras. Esa asimetría dificulta las atribuciones, pues a juicio de los jerifaltes de la historia del arte, ni Juan de Mesa, ni los Roldanes ni Hita del Castillo cometerían errores tan básicos. Y sin embargo, esos mismos próceres de la técnica son los que afirman que el Barroco culmina en tu rostro: en unas facciones donde, pese a imperar la asimetría, se palpa la belleza de lo armónico.

¿Asimetría y armonía son conceptos antagónicos? No en el barrio que lleva tu nombre. Por eso, quien te hizo tuvo que ser un genio, un precursor, capaz de gubiar en tus facciones una cosa y la contraria. Lo que nadie supo hacer hasta entonces. Un juego barroquista, metafórico, capaz de enseñarle al creyente que, por irregulares que puedan ponerse las cosas, siempre habrá un trasfondo armónico de equilibrio, de sosiego. Por eso hay que mantener viva la Esperanza. Siempre.

Tu rostro es el vivo ejemplo de que Dios siempre escribe derecho, y qué derecho, sobre renglones torcidos.

Creo, sinceramente, que no puede haber una asimetría más redonda...

Oración:

Mañana vuelves a impregnarlo todo con tu verde camaronero. La última vez que lo hiciste, pasabas justo por delante de la casa de mimamá, donde he vivido 32 años. Aquello fue un guiño del destino: la Esperanza llamó a nuestra puerta. Ahora, sin embargo, soy yo quien de nuevo sale a tu encuentro. Caminaremos juntos, cerquita el uno del otro, y sé desde ya que este retorno me va a generar lágrimas. Muchas lágrimas. Las cosas, como sabes, han cambiado un poco desde la última vez: no trabajo en el mismo sitio, no estoy con la misma persona, y ya no tengo al padre que ejerció sólo a ratos. Algunas personas se marcharon, o actúan como si no estuvieran, y otras por el contrario no dejan de llegar. Será que la vida, como el agua del río que fluye, no pasa dos veces por el mismo punto.

Cometí errores, por exceso o por defecto. Siento añoranza, en ocasiones de gente que estuvo sin llegar a estar. La soledad es el caldo de mis inseguridades, y me cansa la hiperactividad mental. En eso no han cambiado mucho las cosas a lo largo de este tiempo. Sin embargo, ahora me siento más libre, más seguro, más ligero de equipaje. Y siempre he sido noble y moderadamente bueno. También en mi vida, como en tu rostro, existe asimetría.

No sé si debilidades y virtudes forman parte de una misma moneda, de una realidad con dos prismas, como el mar y la sal, como la huella y la arena, como la pluma y el aire. Estoy dispuesto a averiguarlo yo solo, o a seguir intentándolo. Pero eso sí, que no me falte Esperanza. Confío en que mañana me des una buena dosis para afrontar con una sonrisa todo lo que está por venir: y que espero que sea mucho y bueno... Mañana lo concretamos J

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