Mol, life and so on

lunes, agosto 25, 2008

Propuesta olímpica por el bien de España


Que no nos lo vendan de otro modo: los Juegos Olímpicos han sido nuevamente un fracaso para España, porque de casi mil medallas en disputa, nuestra delegación se ha traído sólo… dieciocho. Y de éstas, na más que cinco de oro. Porque sí, mucha plata, mucha plata… pero ya lo dicen las canis: que la plata pa las ratas, que a mí dame oro del güeno. Así que como buen patriota (sin premio), Carlitos Sublime se ha propuesto incrementar el número de galardones áureos, a mayor gloria de nuestro gran país, planteando algunas posibles nuevas disciplinas olímpicas en las que probablemente seamos imbatibles. Empecemos.

Meneo de bata de cola. ¿Habéis visto a las rusas que competían en natación sincronizada, pintadas ellas como p…uertas? Eso me ha demostrado que lo teatral tiene sitio en unos Juegos. Yo, lo que propongo, es que un jurado evalúe el arte que las concursantes lleven en sus venas meneando la bata sobre un escenario tipo tatami, con geranios por doquier. Me estoy imaginando a Paloma del Río retransmitiendo la actuación española mientras hace calcetas y con las gafas apoyadas en la puntita de la nariz, como se la imagina Chema: “Venga, Paca, así, meneando la cintura con arte, ole, que si revoleas bien la bata al hacer esquina, el oro es tuyo… vamos, vamos… revoleo, abre abanico… y ¡¡la clava!! ¡¡Oro, oro para España!!”. Evidentemente, podríamos organizar competición en individual, parejas y conjuntos: mínimo, tres oros.

El ‘rano’. Dícese de un deporte que consiste en colocar una rana grande de metal con la boca abierta: gana el contendiente que consiga colar más fichas desde la distancia que oportunamente se vaya marcando. En las velás de barrios y pueblos andaluces hay una amplia tradición.

La petanca. ¡¡Anda que no!! A ver quién es el guapo que nos quita el oro en petanca, si yo creo que en Sevilla se hacen turnos de 24 horas para que siempre esté jugando el equipo de una asociación de vecinos, o un grupo de viejetes, o de parados, o algo. Vamos, que nos sobra experiencia… parece que también tiempo para entrenar… y eso hay que rentabilizarlo. En definitiva, que el oro también sería nuestro.

Dominó. El verdadero deporte nacional, y que se muera el fútbol. Uno de mis recuerdos imborrables de la infancia es el tremendo ruido que hacen las fichas mientras se remueven antes de repartirlas. Una vez, inocente de mí, pregunté a un señor barrigón que jugaba: “¿Qué es esto?”. Y él respondió: “Es dominó, un deporte”. Desde ese instante me prometí a mí mismo que si alguna vez me convertía en deportista de élite, debería ser en algo así de… tranquilo, de sosegado: aire acondicionado, una copita de fino… y que sude el buenorro ése del Craviotto para conseguir el oro, que yo se lo llevaría a España desde el sillón. Quién sabe, igual todavía estoy a tiempo de ser campeón olímpico…

El toreo. Ya que esta aberración tiene que existir “para que no se pierda el toro bravo” (curioso argumento que igual llega algún iluminado y lo aplica al binomio esclavitud-negros), por lo menos hagámoslo disciplina olímpica y arrasemos en el medallero. Además, estoy viendo a los toreros en el desfile inaugural, con su capote reliado en el brazo y saludando al público montera en mano.

Colombicultura. En un pueblo andaluz puede no haber colegio, instituto, ambulatorio o biblioteca pública, y a nadie le importa: total, para qué. Ahora, eso sí: en ninguno falta un club de colombicultura que pinta a los palomos de colores chillones y hacen con ellos no sé qué cosa. Recuerdo hace unos años que me tocó entrevistar al presidente de una agrupación local de esta mierda. “¡Ojú!”, pensé. Y es que a mí las palomas, así en general, me dan bastante asquito. El sitio en que me citó el buen hombre, allá donde custodiaban a los pajarracos, olía literalmente a mierda. Y no se le ocurrió otra cosa que sacar a sus dos mejores ejemplares para enseñármelos; los puso sobre una especie de tapete, y empezaron ambos a emitir sonidos: “¡Cógelos!”, me dijo. La cara de asco que puse fue respuesta suficiente. No volvió a insistir y se dio por enterado. Pero a lo que vamos: que aquí, ganamos. ¡Fijo!

Y ya, por último…

Desfiles procesionales. Habilitemos para ello un centenar de metros en el estadio olímpico. Cada país puede elegir si compite con un paso de Cristo o de Virgen, así como la marcha procesional que se interpretará en su recorrido. Y un jurado, integrado (supongo que necesariamente) por lo más rancio y granado del clasismo sevillano, otorgará puntuaciones en función de cómo se mueva el costero, de si la chicotá es o no brusca y de que los zancos queden clavados o no al final del trayecto. Aquí también tenemos opciones muy serias, pues sólo Portugal (si llevan a la Virgen de Fátima), Italia o la Santa Sede pueden hacernos sombra.

Estas son mis propuestas, aunque estoy seguro de que el COE también querría escuchar las tuyas. ¿Cuáles son? ;-)


FOTOGRAFÍA: Los piragüistas españoles Carlos Pérez Rial, 'Pelucho', y Saúl Craviotto, que además de campeones olímpicos son policías nacionales. A ver si tengo suerte, me detienen y me pegan una buena paliza...

sábado, agosto 23, 2008

¡¡Ya tengo película!!


¡¡Tachán!!

lunes, agosto 11, 2008

Infamia


Me avergüenza, me entristece, me aterroriza. Cuando vi esta foto el sábado, comencé a experimentar un cúmulo de sensaciones que, desde luego, guardaban poca analogía con mi confianza en el ser humano. Es imposible contemplar a esta señora, que bien podría ser mi madre, y no sentir que las tripas empiezan a revolverse: puto ser humano, capaz de lo mejor y de lo peor… La miro, y me pregunto qué le llevó hasta ahí. ¿La huida, sin más? ¿El deseo de ayudar a un hijo o a un vecino? ¿Y qué ocurrió? ¿Dispararon a bocajarro, o es víctima colateral de un ataque a gran escala contra otro tipo de objetivos? ¿A esos escombros se ha visto reducida su casa, o forman parte del malogrado viario urbano?

Todavía no se ha inventado en este mundo una razón política que justifique el sufrimiento de un ser humano. A esta señora, seguramente, le importan un carajo las aspiraciones secesionistas de Osetia del Sur o el autonomismo de Abjasia. Y doy por hecho que los hombres y mujeres de Tsjinvali, capital suroseta de nombre impronunciable, no comprenden que ciertas aspiraciones territoriales, por legítimas que éstas sean, cuesten la sangre y el futuro de toda una generación.

¿Entonces? ¿Qué está pasando? Pues, sencillamente, lo de siempre. Que el de abajo extiende un cheque empapado en sangre que el de arriba, sea Putin, Bush o el tal Mijail Saakashvili, cobra esbozando una sonrisa irónica. Que el sufrimiento y la vida siempre los ponen los mismos, y sin saber muy bien por qué. Y que las bombas constituyen un lenguaje más directo y más efectivo que el diálogo, donde un simple hombre puede ganarle el pulso al más esquivo de los mandamases con una pregunta muy simple: “Y todo esto, ¿merece la pena?”

Claro que la merece, señora anónima de la fotografía. Su rostro ensangrentado es, para Putin, la consecuencia de una actitud soberbia; para Saakashvili, la muestra de la contrastada crueldad rusa; para Sarkozy, otra oportunidad de lucimiento personal; para Bush, una ocasión perfecta para seguir sembrando discordia; y para la ONU, otro pasito más hacia el perpetuo descrédito ocasionado por su (también) perpetua falta de autoridad.

Pero todos se caracterizan por lo mismo: defienden lo superfluo y forman parte de esa horrible casta que o bien escribe la historia con sangre, no con tinta, o bien asiste indiferente a contemplar cómo los demás se lían a garrotazos mientras sus intereses permanecen incólumes. A mayor gloria del partido de turno… y de la billetera, of course.

Mientras tanto, esta señora seguirá retorciéndose entre esa maraña rara de cables, escombros, ramajos o no sé qué. Y con ella, además, la buena voluntad de todas las personas de bien.

viernes, agosto 01, 2008

Caraduras y descarados: China, ABC y Arabia Saudí

¿Es lo mismo ser caradura que descarado? Si nos atenemos a la estricta definición del DRAE, parece que son términos equivalentes, ya que el primero se define como “sinvergüenza, descarado”, mientras que para el segundo se opta por una explicación más extensa: “que habla u obra con desvergüenza, sin pudor ni respecto humano”. Sin embargo, a mí la alusión al “respeto humano” me va a servir para defender lo que dice mi madre: que un descarado es, en esta vida, mucho peor que un caradura. Que mientras éste posee unas connotaciones incluso graciosillas, de pillo irredento, aquél pasa por ser el clásico chulo y por actuar como tal. Nada expone el diccionario con respecto a “tener cara”, que es un elemento transversal a la condición de político.

Vosotros diréis que me ha sentado mal el retorno de las vacaciones. Y sí, la verdad es que volver a una cotidianeidad que no aporta, sino que resta, hace tiempo que dejó de ser plato de buen gusto. Pero esta afición léxico-semántica que hoy me traigo entre manos va en relación a un par de cosillas que han sido actualidad en los últimos días: por una parte, el descaro de un gobierno chino que no permite a la prensa acceder a páginas consideradas unilateralmente subversivas. Esa actitud, unida a los niveles exasperantes de contaminación que presenta la ciudad-sede de los Juegos Olímpicos, hubieran sido motivos suficientes para recibir un ‘toque’ de atención por parte del COI.

Sin embargo, na de na. El mundo sigue entendiendo que el binomio inclinación-felación es la mejor respuesta ante los atropellos chinescos. Nunca me cansaré de pedir el boicot internacional para estos Juegos: así que yo, por vergüenza torera, tomaré mis propias medidas y me negaré a contemplar a través del televisor inauguraciones o clausuras que sólo sirven como elemento propagandístico del país anfitrión. Paso, no me interesan. Ni para criticarlas, oiga. ¿Que nada va a cambiar? Lo sé. ¿Que debería hacer lo mismo con mil y una marcas, productos y eventos que se suceden día tras día ante los ojos atónitos de multitudes, incluidos los míos? Pues también soy consciente. Pero creo que muchas veces amparamos nuestra indolencia en un cómplice “no sirve de nada” que nos ayuda a girar el careto; los gestos también son importantes, y ahí va el mío (con pesar, no creáis).

Y para descaro, el de otro binomio: ABC-Arabia Saudí. Me explico. Hace unos días el ‘tres letras’, que siempre se ha caracterizado por su coherencia y por estar sola y exclusivamente al servicio de la verdad verdadera, publicaba un monográfico sobre aquel país patrocinado, como es lógico, por el gobierno que lo desgobierna. ¿Y de qué hablaba? Pues, para empezar, de que islam y modernidad unen sus fuerzas. Yo pienso que el islam, así en abstracto, es una increíble fuente de cultura milenaria tan digna como el judaísmo, el hinduismo o el cristianismo en cualquiera de sus vertientes. Así, en abstracto.

Ahora bien, la concreción de esta creencia en el país que pagaba el suplemento se traduce en la aplicación de la sharia o ley musulmana: un código detallado de conducta que, como decimos por aquí, le ‘echa la pata’ a la peor galería de los horrores que uno pueda imaginar. Avanzando en su lectura (del suplemento), aparecen informaciones sobre economía –de las que paso- y titulares tan descarados como estos: “Los derechos humanos, una apuesta nacional” (pág. 14) o “La mujer, cada vez más importante en la sociedad saudita” (pág. 15). Y como hay que quedar bien, la contraportada del panfletillo se cierra con una serie de fotos del Borbón con su homólogo saudí, Abdullah, en un encuentro mundial de religiones celebrado en Madrid y que éste había pagado con sus petroeuros. Su denominación, Conferencia Mundial para el Diálogo. Qué descaro

Pues bien: ahora, os recomiendo el mismo ejercicio que yo hice. Entrad en la página web del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación (http://www.maec.es/) donde se ofrecen una serie de recomendaciones de viaje para los españoles que deseen visitar Arabia. Son para morirse de miedo… o de risa, según te pille el día. Aquí tenéis algunas de las más sorprendentes:

  • La separación de sexos rige en todos los aspectos de la vida cotidiana. No se permite que personas del diferente sexo se encuentren en público salvo que exista un lazo familiar entre ellos, o bien la mujer se encuentre acompañada de su "mahram", o guardián, ya sea su marido, padre, hermano o hijo.
  • Prohibición de manifestaciones religiosas no islámicas. El islam rige todos los aspectos de la vida en Arabia Saudí. Existe una policía religiosa, denominada Motawwa, encargada de vigilar el cumplimiento de la moral y las costumbres islámicas en Arabia Saudí.
  • Prohibición absoluta para no musulmanes de visitar las Ciudades Santas de La Meca y Medina y necesidad expresa de autorización individual para visitar parajes naturales y monumentos de interés nacional.
  • Las cintas de video y los DVD son retenidos sistemáticamente por las autoridades en el aeropuerto. Los libros, revistas y fotografías son también objeto de control y censura.
  • Se castiga con la pena de muerte, por decapitación, el tráfico de drogas y con pena de cárcel, flagelación pública o deportación, su uso y consumo.
  • La homosexualidad se castiga con latigazos, cárcel o pena de muerte.

En la página web de Amnistía Internacional hay más de 50 enlaces dedicados a las aberraciones que se cometen en Arabia Saudí (país que por cierto ejecutó en 2007 a no menos de 143 personas, según este organismo): entre otras, tomar medidas penales contra un abogado por defender a una víctima de violación en grupo. ¿No creen ustedes que todo eso es terrorismo, señores de ABC? Ellos, por si acaso, han trincado miles de euros manchados de sangre con los que podrán, eso sí, denunciar como hacen hoy en portada la excarcelación de un perro sarnoso como De Juana que ni siquiera merece ese calificativo, por respeto al mejor amigo del hombre y a los enfermos de sarna.

En fin, este es el mundo que nos alumbra, que es el que hemos creado. Y así nos luce el pelo. En el próximo post seré más positivo, I promise.