Mol, life and so on

martes, abril 24, 2007

¿¿En qué lío se habrá metido esta vez??


"Que la detengan
que es una mentirosssa
malvada y peligrosssa
y no la puedo con-tro-lar..."

(David Civera, otro que...)

lunes, abril 23, 2007

Gastos y más gastos


Tal vez nos pase a todos, pero llega un momento en que uno no sabe por dónde meter la tijera. No puedo más. Me entra el agobio cuando pienso que, pese a cobrar un sueldo por encima de la media, no soy capaz de llegar con holgura a fin de mes. Y no, gracias a Dios no paso hambre... supongo que ni siquiera me puedo quejar. Pero me jode saber que el día 5 de cada mes, ya tengo comprometido todo mi sueldo. Iré por partes.

El día 1 me cargan la hipoteca y los gastos derivados de usar la tarjeta de crédito, el teléfono móvil y la plaza de aparcamiento que gentilmente me concedió mi empresa en el sitio donde trabajo. No tengo Internet ni plataforma digital de televisión, no podría pagarlas. A esto habría que añadirle, cuatro días más tarde, la letra del coche. Y dentro del mismo mes suele venir la luz y/o el agua. Cada semestre, 30 euros en impuesto de basuras y saneamientos, 150 en seguro de hogar y unos 350 de seguro del automóvil. Y una vez al año aparecen el catastro (162 euros), el seguro de vida (170, aprox.) y el impuesto de circulación (alrededor de 60 punzadas).

Todo ello sin contar los gastos de alimentación y ropa (indeterminados), combustible y gimnasio (unos 80 y 35 euros mensuales, respectivamente), y Círculo de Lectores (una pequeña cantidad cada dos meses, no más de 18-20 euros), además de los imprevistos que siempre surgen, como una multa inesperada, un viajito breve o cualquier otro.

...y llega un momento en que decides apretarte el cinturón, recortar donde puedas, y para ello:

-Reniegas de todo establecimiento hostelero donde sirvan comidas y/o cenas.

-Limitas los cafés callejeros.

-Escoges el libro más barato de cuantos llaman tu atención en el catálogo del Círculo.

-Sientes remordimientos cada vez que pagas la mensualidad del gimnasio.

-Cuentas los meses (¡¡ufff!!) que faltan para que venza el préstamo del coche, pese a que me compré uno barato y lo puse a siete años.

-Dejas la tarjeta de crédito, y también la de El Corte Inglés, guardadas en un cajón, para no caer en tentaciones extrañas.

El resultado es que:

-Vivo al día en una casa preciosa y sin recursos para sacarle partido: vamos, que si Brad Pitt fuera mi pareja, sería impotente y, para más inri, sólo activo.
-Apenas tengo dinero para hacer nada extraordinario.

-Cuando se acercan las vacaciones, me echo a temblar pensando, como decía Lola Flores (la simpar), en "cómo me las averiguaría yo" para hacer un viaje baratito y contundente.

...y, sobre todo, ...

-...hago balance, y me digo: "Si pago poco de hipoteca, mi coche es pequeñito y humilde, apenas gasto en salir por ahí y encima cobro más que la media, ¿cómo es que me cuesta tanto salir adelante?". A continuación, me pregunto cómo vive la gente que percibe 700, 800 ó 900 euros al mes.

Así que la SOLUCIÓN está clara:

"Carlitos, guapetón, bien formado, amable, culto y buen conversador, se ofrece para señor o señora desde 100 euros la hora. Precios especiales para grupo".

¿Alguien está interesad@?

martes, abril 03, 2007

Decíamos ayer...



Utilizo esta frase de Fray Luis de León para sintetizar mi propio proceso cofrade. Hace cuatro años que salí por última vez de nazareno en mi hermandad, vistiendo esa túnica blanca de merino, antifaz de terciopelo verde y cíngulo de hilos dorados. He estado unos años en barbecho, entre otras razones porque no me apetecía darme una caminata nocturna sin ton ni son.


Pero la Macarena crea mono. Y el año pasado se me saltaron las lágrimas cuando la vi pasar en la Resolana camino de una Sevilla que se vuelca con ella. Si me paro a buscar mis razones para salir, seguro que no las encuentro. No creo en la expiación de los pecados, ni en la penitencia, ni me puede la tradición... creo que ni siquiera creo en Dios y, desde luego, tengo la seguridad personal de que no existe el Dios que promueven quienes respaldan ideológicamente a la hermandad. Osea...


Sin embargo, hay cosas que se llevan en las entrañas, y ya está. La Macarena es una abuela que me contaba historias de la Virgen cuando yo era un párvulo indómito. Es la Virgen del barrio, un recuerdo alegre de la infancia, otro horrible de la adolescencia, una cervecita en la Gavidia con la gente del instituto el día que se conmemoró su coronación. Es un puñado de lágrimas, un post muy sentido, la emoción contenida, el whiski de David al amanecer del Viernes Santo. Es tambien azahar, un deseo, la oración de un joven que entonces tenía fe.


Es la boda de mi hermano, el aplauso de la gente, una visita a Sonia vestido de nazareno, un recuerdo en el extranjero. Es mi perra mordiendo los borlones de mi flamante túnica, las fotos con mi hermana muerto de sueño, una estampa que le regalé a Juan Pedro, la sonrisa de aquel niño, el olor de los claveles. Y es la parada de una madre que, camino del mercado, aprovecha su iglesia para descansar al fresquito.


Son demasiadas las cosas que me unen a Ella como para dejarse llevar por la fe. O mejor dicho, por la ausencia de fe. Decía Muñoz Seca que los sevillanos somos paisanos de Dios, porque su madre vive con nosotros. Yo doy un paso más: Dios existirá o no, eso es cosa suya. Pero la Macarena es su madre. Algún día, la ciencia se pronunciará al respecto ;-)


Es curioso. Qué nítidas se ven las cosas cuando somos pequeños, y luego crecemos y descubrimos un universo de tonos grises. Yo mismo me habría tachado de incoherente hace una década, y esta tarde voy a comprar caramelos y estampitas para repartirlas entre los niños, de acuerdo con la tradición. Si es que... no hay nada que resista el paso de los años.