Mol, life and so on

martes, junio 26, 2007

Dos años blogueando


Pues sí señor. Parece mentira, pero lo que empezó como un experimento sin visos de continuidad, se ha convertido en una de mis aficiones favoritas. ¿He dicho aficiones? Bueno, el blog es mucho más: una vía de escape, una manera de canalizar mis impulsos cronísticos y pseudoliterarios, una forma de aprender, un medio para conocer a gente estupenda, e incluso un instrumento para hacer amigos.


Hace pocos días, las obras completas de Carlitos Sublime cumplieron dos años, jejeje. Parece que fue ayer... Y, aprovechando mi ciberaniversario, quiero dar las gracias de un modo especial a mi niño, a Chema, que desde el principio me ha apoyado para que no decaiga mi empeño de mantener más o menos actualizados los contenidos de Mol, life and so on.


Permitidme que comparta esta tarta con todos vosotros. Porque si sigo aquí, en cierto modo es también por seguir sintiendo el calor que desprendéis.


Soplo esas dos velas, y pido un deseo. Lo haré en voz alta, no me importa: que vuelva Amaranta, a la que echo mucho de menos ;-) Ojalá se cumpla...


Gracias, María, Mint, Kurdo, Sonybabe, Craso, Enis, Vulcano, Antinoo, David, Iago, Quijote, Shiquillo, Jan, Xan, Medea, Prometeo, Bohemio, Chocoadicta, Amaranta, Diego del Mar, Dik, Ekiots, Mugalari, Salva, Pijomad, Mary, Gayhetera, Javier Sánchez, Cristina y a todos los que, de vez en cuando, os dejáis caer por esta casa. Que es casi más vuestra que mía. Y donde espero seguir recibiéndoos durante muchos, muchos años.


Pues nada: que no decaiga, y... ¡¡va por ustedes!!

martes, junio 19, 2007

...del paraguay


No sé si constituyen una tribu urbana, aunque más bien tengo la impresión de que aparecen entreverados en todas ellas. Se les ve por todas partes: en los bares (no en todos), en las exposiciones de las cosas más extrañas, en los conciertos raritos… Nunca te los tropezarás en el gimnasio, ni haciendo footing por la calle, ni tomando cervecitas en una taberna vieja. El deporte no va con ellos, a no ser que hablemos de pilates. Ellos prefieren otras cosas más acordes con su… ejem, grandeza.

Hablo de los guays, que son algo diferente de los pijos y de las diosas del ambiente (léase mucho del personal que va en Sevilla a El Bosque Animado), aunque tal vez estrechamente ligados a ellos. Así, por sintetizar, son gente con pinta dé, que vienen de vuelta de todo y no se asustan de nada.
Para mí, en este país hay un par de ejemplos de lo guay que puede llegar a ser una persona: el top ten lo encabezaría, sin duda, Paloma Rocasolano. La ves ahí, con su sonrisa tímida, su ropita modenna, sus andares de lo sé todo, y esa actitud que te lleva a decir: “Si mírala, si sólo puede ser una sindicalista acomodada”. Y lo clavas, claro. Ella tuvo tres hijas (como en la canción de ‘Celtas Cortos’), y les puso Érika, Letizia y Thelma. No Erica, Leticia y Telma (que ya les vale), sino con esdrújula y k la primera, con z la segunda y con th la tercera. ¿Por qué? Muy sencillo: porque mamá es guay.

Otro buen ejemplo sería Ana Belén. Y sin duda Pilar Bardén, que cuando habla de ella y de su camarilla dice “nosotros, la gente de la cultura”. Ahí, con humildad, dos cojones y un palito. ¡Sí señor!

Me voy a atrever a hacer una descripción psicológica del guay: descripción que, obviamente, debería ser complementada (o corregida, incluso) con tus propias aportaciones. En lo musical, al guay le flipa Sabina. Puede que también Björk, sólo al alcance de una extraña minoría ;-) No le pidas que hable contigo del arte medieval, ni del barroco: el guay ya pasó de fase, y todo eso le parece ñoño e insulso. A él, cítale a Rotko y algunas otras cosas del arte más actual, que es lo… lo guay.

Hablan lo que hablan, y saben lo que saben: unos más, otros menos. Pero todos saben citas en muchos idiomas. O letras de canciones. O poemitas cortos fácilmente memorizables. De vez en cuando se desmayan, aplastados por le peso de su propio ego, y dicen que ha sido porque como están acostumbrados a las temperaturas de Suecia, donde estuvieron de Erasmus, el calor de esta Andalucía rancia les afecta en demasía.

En lo literario, también rompen. Góngora es un limitadito, y Quevedo se creía gracioso. Tendrían mucho que aprender de Belén Gopegui (a mí me encanta, conste, aunque esta es de la subtipología guay-amargada-puto mundo) y de Ray Loriga, un poné. El guay siempre habla con un tono de voz didáctico, como diciendo continuamente “iré despacito, a ver si eres capaz de pillarme, piltrafilla”. Su palabra favorita es “apetece”, y viste de un modo casual, como descuidado, pero calculado al milímetro.

…ahora que sale a relucir la palabra ‘apetece’, se me ha venido a la cabeza una anécdota. Hace un mes, tuve que contactar con una ex compañera, guay del paraguay, para preguntarle si conocía a alguien con unas características concretas. Se me había caído un tercio de página el día antes del cierre, y rellenar el espacio era cuestión de vida o muerte. Llamo a mi ex compañera:

-Hola, L. ¿Qué tal todo? Oye, necesito pedirte un favor.
-(pausa dramática). Dime.
-Verás, se me ha caído una página (exageré) y necesito suplir los contenidos con una entrevista a alguien que… tal. ¿Conoces a alguna persona con ese perfil?
-(pausa dramática, de nuevo). Sí, sí, claro. A mi amigo Fulano, de Baeza.
-¡Estupendo! ¿Podrías hacerme el favor de contactar con él y preguntarle si tiene inconveniente en charlar quince minutos conmigo?
-(horrorizada). ¡Uy! ¿Para una entrevista? ¡Qué va, qué va! No creo que le APETEZCA.

El tal muchacho era un recién licenciado, sin oficio ni beneficio, currando de prácticas como tantos otros por 600 euros al mes. Y no quería hablar porque tiene un concepto tan alto de sí mismo que su ego le impide atender a los medios, manipuladores de la realidad y donde trabajan los periodistas, que por ser aprendices de todo y maestros de nada no están (estamos) a su altura. Pues hala, bonito, que se note. A ver si ganas más pelas el año que viene, cuando termines el master en Metafísica Cibernética del Garbanzo y la Nada.

Igual te nombran ministro de Cultura, y todo. Porque total, para lo que hay…

martes, junio 12, 2007

Elecciones (con ele, no con ere)



Toda opción conlleva necesariamente una elección. No se puede nadar y guardar la ropa, ni en la boca entran teta y sopa, y a quien Dios se la dé, que San Pedro se la bendiga, porque la sabiduría popular (que a veces es la auténtica sabiduría) está llena de ejemplos ilustrativos sobre esto que Servidor lleva ya unas líneas defendiendo. Pues bien, yo ya he elegido: ¡¡¡ME VOY A BERLÍN!!!

¿Razones? Haberlas haylas, como las meigas en Galicia o los piojos en Caños de Meca. Las mías van muy relacionadas con mis escasas o nulas posibilidades económicas, pues un vuelo barato, la hospitalidad de una amiga y jugar en casa de Lidl, Plus, Aldi y demás, son un estímulo para bolsillos agujereados y economías sin posibles. También con las preferencias viajeras de Chema, que estaba deseando ir adonde Kennedy nos recordó a todos que no sólo era putero, sino también berlinés. Y ya, de camino, uno amplía horizontes, pues salvo aquella intentona frustrada de cruzar a pie desde Estrasburgo (¿te acuerdas, Craso?), uno no ha hecho ni amago de llegar al país de los teutones. Ya tocaba.

Pero volvamos al tema: elegir Berlín implica olvidar otras opciones. ¿Cuáles? Dispongámonos a soñar. Imaginemos que no hay problemas económicos, que dispongo de 2.000 euros para pegarme unas grandes vacaciones (¡qué tiempos aquellos...!) y que puedo pillarme todo el mes del tirón. ¿Qué hubiera hecho? Básicamente:

-Una tournée intensiva por Grecia y sus islas.

-Una reedición del viaje a los países bálticos y Hungría.

-Otra del viaje a Italia, con nuevos destinos sureños.

-Una tournée centroeuropea que incluya mamoneo en Praga y Budapest.

-Un curso intensivo de turco en Estambul.

La realidad es bien distinta. Tengo poco tiempo, casi nada de dinero, y lo poco de que dispongo lo quiero disfrutar junto a Chema. En ese sentido, la opción berlinesa es genial, pues cualquier otra no hubiera pasado de una expedición al pueblo de mi familia política, unos días (pocos) en la playa o una escapada a Madrid o Barcelona, a casa de unos amigos.

...y la opción Berlín abre, a su vez, un amplio abanico de posibilidades. Por ejemplo ayer, viendo una guía de viajes, descubrí que Dresde está a sólo dos horas en coche. ¡Oh, sorpresa! ¿Y quién deja de darse un paseo por esa ciudad para, al menos, ver de cerca a la famosa Madonna Sixtina, con sus encantadores (y famosos) angelotes? Pero claro, una vez en Dresde, Praga está a sólo 150 kilómetros. Y a uno se le viene a la cabeza Pavel Novotny, oriundo del lugar, y dice: "Pero si es 1,5 horas de nada". Hasta que a continuación echa el freno y piensa que si continúa así, verá Sudáfrica en el horizonte; y, a lo mejor, sólo es cuestión de elegir tranquilidad y buena vida a las orillas del Spree. Porque siempre es cuestión de elegir...

Por cierto, ¿qué me recomiendas hacer o ver en Berlín?