Mol, life and so on

viernes, julio 14, 2006

Cerrado por (merecidas) vacaciones


Hoy, a las 14:30, seré el protagonista del último encierro de los Sanfermines, cogiendo la curva que une el pasillo de mi oficina y la zona de los ascensores como un Miura o un Jandilla. Llegaré a casa, abrazaré a Chema y, después de almorzar, cogeremos el coche. Sortearemos por última vez en unos días los baches que ruralizan aún más mi rural pueblo, saldremos a la autovía, zigzaguearemos la cuesta de la Media Fanega, coronaremos la Venta del Alto, dejaremos a un lado la venta El Culebrín, y recordaré el día que, muertos de frío, Mette, Maite, Chema y yo buscamos la calidez de un café mientras viajábamos a Cantagallo en octubre de 2004.

Monesterio se abrirá otra vez para nosotros, como las aguas del Mar Rojo, y en Fuente de Cantos tendré la tentación de tirar hacia la derecha para ir a Bienvenida y, desde allí, a esa comarca de la Serena donde tan feliz soy y he sido. Pero seguiremos adelante, y la misma autovía nos llevará al Cruce de la Herradura, donde seguro que tomamos café. Y miraré hacia Alcuéscar, deseando volver a encontrarme con la solidez visigótica de Santa Lucía, a la que desde allí casi podré tentar con mis dedos y mis recuerdos.

Hay que seguir, pese al calor, y atravesaremos Cáceres, las tierras del norte de una provincia evocadora que te sirve a Castilla en bandeja de plata, y bordearemos las curvas sinuosas del embalse de Alcántara -donde Chema recordará 'cierto premio'- para llegar de momento a Plasencia, una filigrana en plata que sorprende al visitante más tosco. El progreso nos ahorrará subir el puerto de Baños de Montemayor, donde siempre temí acabar empotrado en el tejado de una casa, y llegaremos a Béjar para tomar cervecitas, o eso espero, con el primo Róber.

Fin de la primera etapa. Mañana, tempranillo, saldremos en dirección a Astorga, recordando la ilusión que me desborda cada vez que marineo por la Ruta de la Plata, mi paraíso personal (o al menos uno muy importante de los que poseo). Tengo centenares, puede que miles de recuerdos asociados a las tierras extremeñas y castellanas que ella surca con una mezcla de caricia y rigor alquitranado. Allí mi espíritu se siente partícipe de algo grande, una milimétrica porción de la historia que se concentra en las márgenes de esta calzada de doble sentido que une el prerrománico asturiano con el gótico leonés, el mudéjar pacense y el almohade sevillano.

Quiero pensar que no existe espíritu capaz de ignorar tanta concentración de arte, que como siempre digo es el mejor invento del género humano. El mío, desde luego, parte a encontrarse por unos días con paisajes, municipios, platos típicos y tesoros artísticos en Castilla y León. Porque mi espíritu, como todo el ser que lo recubre (osea yo), empezará sus vacaciones dentro de, exactamente, una hora y 39 minutos.

Así que este blog se cierra temporalmente hasta el 04 de agosto, por lo menos. Que ustedes disfruten en mi ausencia.

jueves, julio 06, 2006

Tempus fugit



¿Cómo se llama ese estado de pseudoeuforia y cuasidepresión que me afecta a veces, y al mismo tiempo, formando una combinación sentimental tan extraña?

...¿y por qué me acecha la añoranza?

Una duda; como otras...