Mol, life and so on

domingo, septiembre 23, 2007

Desde las entrañas


Quisiera compartir con vosotros un texto que leí ayer en la boda de unos amigos míos de toda la vida. Ellos, para mí, son dos de las personas más grandes y más especiales que existen. Por eso les preparé algo que, será bueno o malo, pero salió de los más profundo de mis tripas. Creo que les gustó. Espero que a vosotros también.

Señor párroco (era una boda civil, pero había confianza con el concejal, jeje), familiares de los novios, amigas y amigos:

Hace un par de semanas, mientras las cotas de estrés en servidor sobrepasaban lo inimaginable, recibí una llamada telefónica. Era Ito, portando un mensaje muy claro: “Illo, ¿tú sabes que lees en mi boda?”. Se me vino el mundo encima. “¿Y qué leo?”, pregunté. “Ah, no sé. Tú verás”. Estaba hasta arriba de trabajo... y encima, esto. Si lo hubiera pillado, mi Paqui hubiera sido viuda antes que esposa, porque... menudo marrón. Además, puestos a actuar en público, prefiero bailar o cantar, pero eso de hablar... ¿qué digo? O peor aún: ¿qué se espera que diga?

Supongo que los novios estarían encantados si yo hiciera de rapsoda del amor. Si loara las virtudes de quienes, como ellos, llevan toda la vida juntos, cogiditos de la mano y babeando mientras suena de fondo... Moon River, por ejemplo. Sin embargo, eso me parece aburrido. También poco original. Y además, me pondría en evidencia, porque desde Garcilaso hasta Neruda, hay por lo menos cinco o seis literatos capaces de echarme el lazo y dejarme en evidencia. Así que seré más mundano.

Y como quien les habla es, por otra parte, el amigo más antiguo (que no viejo) que conserva la novia, creo que mejor les cuento la historia de mi vida: que es, desde luego, la historia de nuestras vidas. De los dos contrayentes... y de la mía, claro.

Empezaré como Sofía Petrilo en Las Chicas de Oro:

Sevilla, septiembre de 1979. Una cabeza pegada a un niño, de nombre Carlitos, llega al cole del barrio para empezar la EGB. Tenía cinco años, pantalón corto y una camisetita, mientras en la maleta del Oso Yogui llevaba todo lo necesario para solventar con éxito su primer día de clase. ¿Todo? No, porque ahí no cabían la abuela, ni mamá, ni la tata, ni sor Encarnación ni las demás monjas de preescolar.

Así que Carlitos se dio cuenta del gran vacío y, como loco, empezó a llorar. “Yo me quiero ir con las monjas”, repetía, mientras la señorita Reyes, con más paciencia que una santa, trataba de calmarlo. De repente, se le acercó una niña con mucho carácter, que controlaba la situación. Y le dijo: “Tú no te preocupes, chiquillo, que la señorita es muy buena, y ya verás que lo vamos a pasar muy bien”. Carlitos dejó de llorar y se pegó a esta cría como una lapa, pensando que a su lado no podría sucederle nada malo.

¿Lo han adivinado? Sí señor, esa niña era mi Paqui. Ahora mide tres o cuatro centímetros más que entonces, pero tiene el mismo carácter, se preocupa tanto como entonces por los demás... y yo sigo pegado a ella, 28 años después.

En aquellos años de la infancia, Paqui era para mí la sonrisa más bonita y la carcajada más escandalosa; era la solidaridad personificada (¿recuerdas que yo te apodé “la defensora del pueblo”?); era la que mejor dibujaba, la que tenía más ropa deportiva, la íntima amiga de mi admirada Mari Ángeles Z., la que mejor bailaba, la única capaz de apoyar la palma de la mano sobre el suelo sin doblar las rodillas, la que más admiraba a la Madonna de los primeros años...

Pero también la que más problemas tenía con el inglés, que nunca fue su fuerte. Recuerdo que todos esperábamos con cierta maldad a que llegara su turno para leer en clase. Ella, con cierto nerviosismo, ponía una boca extrañísima, adelantaba los dientes de arriba, retraía los de abajo, gesticulaba en exceso (Grass is green) y demostraba que le sobraban méritos para ser ya entonces la predecesora de Chiquito de la Calzada. Mientras, el resto de la clase carcajeaba por lo bajini, procurando no llamar la atención de don Manuel, que nunca estaba para demasiadas bromas.

Podría llevarme hasta mañana enumerando mis recuerdos infantiles junto a Paqui: como el día en que su madre, la señora Pepa, me compró una cuña enorme; o cuando pintábamos juntos con la señorita Felisa; o cuando hicimos nuestra primera obra de teatro, “El lago y la corza”. Ella hacía de corza, y yo de hilandero con mi amiga Mari Carmen M.R. Con el tiempo descubrí cómo se gana la vida un hilandero: cosiendo pa la calle. Qué paradójica es esta vida....

Pero el día que nunca olvidaré fue cuando en quinto le hice una jugarreta a mi compañera de banca, y la profesora le encasquetó un castigo ejemplar: copiar mil veces algo así como “no volveré a molestar a mi compañero”. Todo el mundo sabía que yo era el culpable... menos la señorita, claro.

Así que al finalizar la clase, Paqui me pilló por bandas y me dijo: “Ssshhh, tú, esta tarde a las 5 te quiero ver en mi casa: vamos a ponernos a escribir parte de su castigo. Tú, porque has tenido la culpa, y yo porque quiero echar una mano”. Cualquiera decía que no. Pero cuál fue mi sorpresa al llegar y ver que había convocado a varios compañeros más: “Tú haces de la 100 a la 200, yo de la 201 a la 300, tú de la...”. Y así demostró unan vez más que, a veces, los ángeles eligen barrios de gente humilde para vivir.

También fuimos juntos al instituto, estudiábamos los minerales con unas muestras que ella había comprado, salíamos de vez en cuando... y, a los 16 años, irrumpió en nuestras vidas Ito. A mí, al principio, me parecía un capullo. No se preocupen, él lo sabe. Era el típico guay, sobradito de la vida, flipao de la música rara y siempre, siempre, llevaba unas medias botas Converse que le daban un aspecto poco aseado.

El primer año, no nos llevamos bien. Al segundo algo mejor, y la cosa se fue corrigiendo progresivamente, día tras día, hasta que se convirtió para mí no en un compañero de clase, y ni siquiera en el novio de mi Paqui, sino en un amigo indispensable de ésos que algunos tenemos la fortuna de encontrarnos a lo largo de nuestras vidas.

Ito es un tipo singular: es como su perro Paco, que ni tulle ni mulle, ni siente ni padece. Pero lo cierto es que Ito es de las dos o tres personas que hay en mi vida, aparte de la Esperanza Macarena, de las que no puedo decir nada improcedente. Para mí él, como Andrés, es un hermano de toda la vida, que te apoya, que se interesa por ti, que hace que te sientas en su casa como en la tuya y que permanece a tu lado si sabe que te da la pájara otoñal o que, sencillamente, te sientes solo. No hay mucha gente como él, y supongo que los aquí presentes lo sabéis. Por eso habéis venido.

Juntos los tres, y luego los cuatro, hemos construido nuestras vidas, disfrutando de su jardín, del apartamento de Isla Cristina, de mi casa de Gerena, de nuestra afición por la cocina, de los bares de Sevilla, de una tarde de cine o, sencillamente, de un ratito de charla y confidencias así, juntitos en un sofá, donde al final nos hemos acabado durmiendo.

Por eso hoy estoy feliz. En realidad esta boda no es como las otras que ha habido en nuestro grupo de amigos. Aquí no cambia nada: no estrenan casa, no se van a vivir juntos... ni siquiera han esperado a consumar en la noche de bodas (¿o sí?).

Sin embargo, este enlace es, por una parte, la ocasión de rendir un sencillo tributo a dos de las personas más importantes que hay en mi vida: de recordarles que se les quiere y se les necesita. De expresar el deseo, y el firme propósito, de que todo siga siendo igual entre nosotros cuando, como decía Garcilaso, “el tiempo airado cubra de nieve la hermosa cumbre”. Y, siempre, siempre, de darles las gracias desde lo más profundo del corazón por una vida de atenciones.

Y por otra, la boda de Paqui y de Ito es muestra de que a veces el amor se parece bastante a un vínculo perpetuo, con sus idas y venidas, pero siempre vivo.

(MUSICA-MOON RIVER)

Y ya termino. Aunque no sin antes felicitaros. Por haber sido valientes a la hora de tragaros los nervios y dar este paso. Por mantener vivo aquello tan valioso que encontrasteis hace ya tantos años. Y porque en vuestra historia de amor, siempre ha sonado la música sin necesidad de que un técnico de sonido pinche Moon River. Ojalá siga siendo como hasta ahora.

¿Lo veis? Al final he hecho de rapsoda del amor. Si es que... no tengo remedio.

Muchas gracias. Os quiero

A vosotros también, amigos blogueros. Hasta pronto.

martes, septiembre 04, 2007

Asqueado... harto...


Al final he cumplido muy pronto la promesa que hice ayer: he vuelto. No sé si momentáneamente, o ya para quedarme. Lo cierto es que a veces el blog funciona como terapia, como un instrumento que relaja cuerpo y mente, útil para sentirse igual que si se le pegara una paliza al señor Polaino o a un saco de boxeo de 200 kilos. Yo hoy lo necesitaba. Por eso he vuelto.

Y lo hago para decir que, como afirma el título de este post, estoy harto y asqueado del trato que ciertos sectores de la sociedad nos brindan a los homosexuales. Como ya sabréis, el sábado pasado hubo un debate en La Noria, el programa nocturno en prime time de Telecinco para esa jornada, donde un par de psiquiatras, el presidente del Foro de la Familia y Paloma Gómez Borrero empezaron a dar caña al colectivo homosexual, defendido exclusivamente por (agárrense) Jorge Javier Vázquez y Terelu Campos. Manda huevos…

Allí se dijo de todo. Por fortuna no vi el programa, pues entonces me habría puesto de malísima leche, pero mi amigo Quijote ha colgado los vídeos, y creo que he podido hacerme una idea de lo que se dijo. Bah, lo de siempre. Que si es un desorden afectivo, que si la adopción, que si los putos sociatas, que si la Educación para la Ciudadanía como ariete para inmiscuirse en la formación en valores de los niños de bien, que si terapias, electroshocks, suicidios y descenso de la esperanza de vida entre los del gremio a niveles de 1871, debido a múltiples enfermedades transmitidas porque el culo es pa cagá y pa sentarse, y no pa que te lo parta un maromo, etcétera.

Decía Paper que la contrarréplica necesita un blog entero. Yo aquí sólo pretendo esbozar un poco mis principios al respecto:

-¿Enfermedad? De puta madre. Voy a pedir la baja. Y con suerte me atribuyen más de un 33% de minusvalía y me llevo de calle unas oposiciones. Por favor…

-¿Descenso de la esperanza de vida? Normal. Con los disgustos que nos lleváis dando en estos cuatro años, so cabrones...

-¿Desorden afectivo? ¿Y cómo le llamamos a los matrimonios, divorcios, cuernos y líos de faldas de Zaplana, Álvarez Cascos y demás? ¿Y a la niña mona que hoy tiene un novio mono y mañana otro? ¿Y a los cuernos, queridos y queridas? ¿Y a la pepera de bien tipo Gema Ruiz que, pese a su edad, sólo se lía con hombres mayores con muuuucho dinero y poder? Aquí, mediando las bendiciones, ruedas de molino son hostias consagradas.

-¿Lo mismo que la zoofilia? ¿Y lo dicen ustedes, que se pasan la vida justificando que no es lo mismo religión que superstición?

-“Pedimos una regulación específica para el matrimonio… la defensa de la familias… y tal”. No es cierto. Ustedes lo que piden es la entronización universal del matrimonio católico, que sí se supone que es algo muy singular. Porque el civil, que yo sepa, no es más que la firma de un contrato entre dos partes buscando el soporte legal lógico. ¿Por qué las dos partes tienen que ser un binomio hombre-mujer?

-“No soy homófobo por pensar que los homosexuales no tienen derecho al matrimonio ni a la adopción; simplemente tengo otras ideas y las defiendo”. Seguramente, usted en el siglo XVIII también habría defendido el respeto a las ideas de quienes esclavizaban a los negros arguyendo que no eran personas estándar, al ser más oscuras y tener la masa muscular más desarrollada; y para quienes en el XIX rechazaban el sufragio universal. Tal vez, como dice Paper, usted considere que Hitler no es antisemita, sino un señor que defiende sus ideas con la ley (su ley) en la mano. Usted, caballero, es un cabrón indeseable…

-“La penetración anal no es natural, el ano no está hecho para la penetración, y por eso se contagian tantas enfermedades”. ¿Y la boca, zorra? ¿Está hecha para hacer mamadas? Porque eso bien que te lo callas… De todas formas, el pelo tampoco está hecho para llevar tintes, joía rubia de bote, ni las orejas para portar perlas. Ni el hombre para crear aparatos diabólicos que vuelan, desafiando la Ley de Dios. ¿Todo eso no es contranatura?

-Jorge Javier V.: “¿Y por qué no se analizan las razones de que uno sea heterosexual?”
-Enrique Rojas, psiquiatra: “Porque el noventa y tantos por cierto de la sociedad lo es, y esa es la tendencia normal”.

Aja. Pues nada. El noventa y tantos por cierto de la sociedad española habla castellano. ¿Analizamos las estructuras mentales de esas minorías que hablan vasco o catalán? Porque claro, siendo tan poquitos… igual son enfermos, desviados y taraditos. Oye, ¿y si experimentamos con los negros, que son incluso menos de ese tres o cuatro por ciento? ¿Por qué serán tan oscuros?, se pregunta la ciencia seria…

-“Los propios homosexuales tienen conflictos emocionales”. ¡No te jode! Pues claro… si un chavalito tiene por padre a un cabrón que dice que si su hijo le sale marica, trataría de curarlo, o ve un programa como ése, con otro cabrón defendiendo a los gays y otros cuatro atacándolos, lo normal es que diga: “Señor de la Vera Cruz, ¿dónde me ha metido la vida?” Y que a veces uno se plantee que le gustaría tener hijos propios (a mí me pasa), no quiere decir que entre en conflicto con su sexualidad: que no sea capaz de preñar a una pareja homo no quiere decir que en el fondo esté dispuesto a comer coños…

-“Entre dos hombres no hay complementariedad”. Es verdad. La historia del tenis lo demuestra. Sólo los dobles mixtos llegan a las finales: los dobles masculinos nunca pasan de la primera ronda. Y como enfrente tienen a otros dos tíos, pues se acaba la historia de ese deporte en dicha modalidad. The End. Fine. Sacabó.

-“Es que vivimos en una sociedad de gran plasticidad sexual (¿einnn?), el sexo está en todas partes”. Qué va, caballero. Lo que está en todas partes es el Foro de la Familia y la Conferencia Episcopal.

Indignante, ¿verdad? Alguna vez los repudiarán sus hijos. O los hijos de sus hijos.

lunes, septiembre 03, 2007

Volveré... lo prometo


Ustedes me sepan perdonar por esta prolongada ausencia, pero entre un megaproyecto que me abruma y la pereza que me obnubila, apenas tengo ni ganitas ni tiempo para seguir los blogs. Espero que el otoño sea más fructífero que el verano, en este sentido. En realidad, la inspiración me abandonó antes de las vacaciones, y parece que debe de ser funcionaria del Ministerio de Educación, pues hasta octubre no amenaza con volver.

En fin... que estoy bien, sosegado y tranquilo conmigo mismo, pero estresado con este mundo laboral que se ha ceñido sobre mis sienes en forma de corona de espinas. Para variar... Lo que ocurre es que, para variar también, el proyecto que ahora tengo entre manos me gusta. En realidad, me encanta. Me apasiona... Ahí sí que hay una variación importante con respecto a mi rutina laboral.

Lo dicho: que os quiero, que prometo dedicarle en breve más tiempo a esta faceta tan importante de mi ocio (y de mis relaciones humanas), y que antes de despedirme le haré caso a Chema y compartiré con vosotros una estrofa del tema 'Indiscriminadamente', del último disco editado por el simpar Fabio McNamara. Dice así:

"Prefiero estar
incriminada
en el Caso Malaya
que ser discriminada
y sufrir la discriminación
indiscriminadamente
por esta permanente.
Por esta permanente floja
de toma pan y moja ¡maricón!"

No tiene desperdicio. Vamos, para pedir las dos orejas y el rabo. No me explico cómo no lo canonizan... ;)

Besos. Nos leemos pronto.