Nación andaluza

…así que hoy, de repente, los medios vuelven a la carga con la misma historia: ¿Andalucía es una nación? Tema espinoso donde los haya, pues ahora los políticos han destapado la caja de los truenos para reformar nuestro Estatuto de Autonomía. En un foro del diario ‘El Mundo’ se exponen opiniones con pelajes varios: unos internautas se remontan a la época de Al-Andalus, otros dicen que ojalá y nos den la independencia para que dejemos de ser el lastre de España, otros que ya está bien de robarle a Cataluña y que es hora de que nos pongamos a trabajar, y hay quien incluso utiliza la más burda ironía para justificar el carácter nacional andaluz en una lengua, el cheli (¿?), y en un baile: la sevillana.
Vaya por delante que yo no me siento andaluz, pese a que mis orígenes enraízan en esta comunidad hasta al menos cuatro generaciones anteriores. Y no me siento andaluz por una cuestión muy sencilla, y es que en las provincias de Sevilla y Huelva tenemos más afinidad con Badajoz que con Almería, por citar un ejemplo. ¿Entonces? Pues está muy claro. Si a eso le añadimos la animadversión que hacia nosotros, los sevillanos, sienten en Málaga, Granada o Cádiz, por seguir citando ejemplos… pues qué quiere usted que le diga, oiga. Que sean andaluces el Tarzán (Hércules, en el escudo de la bandera) y Chaves, de portentosa cabeza, que yo me bajo en la próxima. Sevillano de militancia, español de convencimiento y europeo de vocación. Eso sí. Aunque andaluz, andaluz, lo que se dice andaluz…
Volvamos a la nación andaluza. Yo estoy un poco harto de estereotipos. No creo que seamos el lastre de España, ni labriegos de la pereza, ni tampoco una banda de pícaros y maleantes. Haberlos haylos… pero es curioso. He ido poco a Cataluña, aunque no deja de sorprenderme que alguno de mis amigos, hijo de andaluces, diga que si no fuera por los “hijos de los andaluces”, aquello sería un lugar mejor. Con dos cojones, caballero. Y a la primera te sacan a relucir el PER, los peajes de la autopista, la siesta, los impuestos y el derecho de los pueblos a decidir libremente su futuro. “¡Si sólo quiero ver el interior de Santa María del Mar en silencio y visitar la sala del románico del MNAC! ¿Yo qué te he hecho?”.
Supongo que si un catalán viene aquí y yo desenvaino a Carod, al monedero donde murió la mosca por asfixia, al excluyente de Fulano y al cabrón de Mengano por hablar catalán… pues aparte de ponerme en evidencia y de ser un analfabeto, pocos rasgos se podrían destacar de este insignificante bloguero. Cataluña es mucho más que eso, y Andalucía también va más allá de peres y perezas.
Los tópicos son una puta mierda. Contribuyen a institucionalizar boicots despreciables y a reforzar, como dicen en el PP, “eso que nos separa en lugar de todo lo que nos une”. Pero es así de cierto. Yo, desde este humilde rincón, deseo rendir un sentido tributo a quienes hace 75 años quisieron fraguar un proyecto político con el que me identifico plenamente: la República. Y es que, como dijo mi amigo Mint en cierta ocasión, “la patria no es Cataluña o España: la patria es la República”. Sí señor. Eso es la construcción de un sueño, de mi propio sueño, y no trazar una línea de metro, como rebuzna el alcalde Monteseirín.
Por lo que respecta a “nación dentro de una nación que es España”, “nacionalidad”, “realidad nacional” o “nación” a secas, hagan juego, señores: que a mí las letanías me resbalan. Yo seguiré siendo sevillano con residencia en Gerena, Toscana de España y orgullo de Europa.
…y a todo esto va el guarro de Tom Cruise y dice que se va a comer la placenta y el cordón umbilical de su hijo. Una de zombies, pues. No, si ya lo digo yo, que hoy estoy un poquito disperso…