Mol, life and so on

jueves, abril 13, 2006

Una noche de Esperanza



Esta noche, en apenas un par de horas, volverá a cumplirse la tradición de todos los años. Tras una siesta contundente, abro las ventanas y el fresco vespertino de la primavera me vuelve a calar. El sol ya ha caído, y las calles de mi barrio se muestran especialmente alborotadas, con gentes que van y vienen. Se ven los primeros antifaces verdes, o morados, y chiquillos que palomean alrededor en busca de un caramelo. Algunas mantillas salpimentan el acerado.

Esta noche, cuando me haya vestido, me enfrentaré de nuevo al miedo a saber si seré capaz de afrontar los rigores de la Noche de Noches. Aflorarán los nervios, y los recuerdos. Por unos minutos, llamará a mi alma aquel adolescente guapete y grandullón que vistió por primera vez la túnica de nazareno impregnado de fe, de ilusión. Una cobertura de terciopelo, merino y oro que me hacía sentirme partícipe de algo grande. Aunque pronto volverá el adulto que, una vez más, ha dejado esas ropas tradicionales colgadas en el armario.

Pero esta noche... es la noche. Tomaré una cena ligera, y saldré dispuesto a verla, a disfrutarla, a encontrarme con Ella. Los antifaces proliferarán como setas conforme pasen las horas, y en torno a la medianoche, los alrededores de la Basílica volverán a ser un hervidero de canis que quieren llamar la atención; de carrillos plagados de bastones, piruletas, globos y pelotas de yoyó; de gentes con pelajes diversos que querrán verla otro año más; de ancianas con sillas de playa que le pedirán, tal vez, otra oportunidad para 2007.

Se abrirán las puertas, sonarán tambores y veremos plumas, lanzas y armaduras. Cristo volverá a ser condenado en la Resolana, mientras Pilatos oculta el rostro ignorando la intercesión de Claudia Procula. Y capirotes, y cirios, y más cirios. El tiempo pasa. Pero llega el momento en que el letargo se esfuma. La gente guardará el café y los pestiños, que hacen liviana la espera. Brotarán lágrimas, hablarán los corazones, miles de flashes iluminarán la noche cerrada y el redoble de tambores anunciará que la Esperanza va pa'Sevilla.

Será como siempre: radiante, inmaculada, inmersa en un ascua de luz y seguida por miles de mujeres -y algún hombre- que agarran su manto verde-esperanza. La Macarena mirará hacia el frente esbozando una leve sonrisa entre lágrimas, pese a que faltarán más de 12 horas para la vuelta a casa. Su cercanía hará que la multitud reciba el mensaje: no se puede vivir sin Esperanza.

Y yo, recordaré a una abuela que le cantaba coplillas a la Madre de Dios; a un niño que la adoraba, y que agarrado a su mano visitó en más de una ocasión el templo donde está entronizada la Señora de Sevilla; a un adolescente que se quería comer el mundo; y a un adulto que, pese a los dimes y diretes de su vida diaria, a sus indecisiones y debilidades, vive la Madrugá como un reencuentro. Con Ella, y consigo mismo. Sé que así seguirá siendo, aunque mi vida atraviese malos momentos. Vendrán problemas de todo tipo. Se marcharán familiares, amigos y conocidos. Me marcharé yo mismo. Pero Ella seguirá ahí, transmitiendo el mensaje a las generaciones futuras. Porque, como decía más arriba, es imposible vivir sin Esperanza.

3 Comentarios:

  • Me ha emocionado tu texto. Es como si hubiese estado allí. Espero que hayas tenido un feliz reencuentro. Y, es que, además, se crea o no se crea, es emocionante y especial el paso de la procesión. "Es imposible vivir sin Esperanza". Besos.

    Por Anonymous Anónimo, a las 8:19 p. m.  

  • La Esperanza,es lo último que se pierde y pienso que debes dejar los anhelos a un lado, aunque yo también comprendo esos sentimientos, difíciles de olvidar.
    Esas malas sensaciones, esas preocupaciones. Ese día a día con cosas buenas y malas.

    Pero no te puedes martirizar más y el año que viene D.M. simplemente, vuelve a tu armario
    coge ese hábito nazareno y acompaña, a esa Señora, que ella si que tiene la Esperanza de que tu le acompañes por las calles de Sevilla, porque tu no serás SEISE que le baile, pero si hermano e hijo que le acompañe.

    Un beso.

    Por Anonymous Anónimo, a las 11:49 a. m.  

  • PRECIOSO. Realmente, es hermosísimo lo que has escrito, salido del mismo lugar de donde venimos.

    Un beso enorme, macareno.

    Por Blogger cafoscarina, a las 5:50 p. m.  

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