
¡Vaya tela! Con lo bien que iba todo, y el pasado domingo, de repente... ¡¡vómitos!! Es un síntoma muy raro en mí, porque tengo el estómago a prueba de bombas. Me chafó el día, y estuve en la cama y en el sofá hasta que el fútbol televisado, para variar, me volvió a echar... a la cama.
El lunes, medio qué. Pero con una tristeza... los ojos medio húmedos... ganas de llorar... un ligero dolor de tripa... En fin, no le di más importancia. El martes, más o menos bien. Pero por la noche, me desperté a eso de las 04:00 con ganas de vomitar. ¡¡Otra vez!! Desde entonces, esto ha sido una caída en picado. Ayer pensaba en comida y me daba asco, hizo acto de presencia la diarrea, tenía (y tengo) dolor de cabeza... Un show, vamos.
Esta mañana, no podía más. A media mañana he ido al médico, y aparte de un jarabe para las náuseas, me ha recetado unos análisis. Porque a su juicio, los síntomas coinciden con los de la hepatitis y de la mononucleosis, porque además, según el médico again, tengo un ligero color amarillo en el ojo ocular (si fuera rojizo tendría el virus de la ira y sería como un zombi -más información, en la peli
28 Días después).
En fin, que la semana que viene voy a ir a sacarme sangre y a llevar una muestra de orina. Una de las tardes, además, tengo que hacerme una ecografía por unas molestias que me afectan desde hace tiempo donde la tripa pierde su honesto nombre, y luego tendré que volver a la consulta: primero del médico de cabecera para ver si estoy aún más amarillo, y luego del urólogo para comprobar si todo sigue en su sitio o el triunvirato se ha ido por la alcantarilla.
Vamos, que cotizo a la baja. Estoy peor que las inmobiliarias: irascible, lento de reflejos, triste, sin ganas de trabajar... ni de estudiar. ¡¡Y con todo lo que tengo pendiente!!
Bueno, poquito a poco llega el morito al zoco, como decían en Ceuta. Espero que no me roben las mercancías por el camino, porque al paso que voy... es lo que me falta.