Mol, life and so on

lunes, marzo 10, 2008

La alegría de vivir


Eran los viejos tiempos del chat de Terra. Recuerdo que estaba a punto de abandonar la sesión, pero algo me retuvo. Tal vez una intuición, o quizá la necesidad de charlar con alguien afín, sentida por un Carlitos con escaso bagaje en ese aspecto. Lo cierto es que Jaime se mostró dispuesto, y ¡oh sorpresa! no empezó preguntando por el tamaño de mi pene. Tampoco si soy activo o pasivo ni por mis otros hábitos sexuales.

Ambos pensamos que éramos muy parecidos: quizá demasiado, incluso. Nos gustaba el color azul, teníamos poca experiencia homosexual, una profesión al uso, un estilo de ropa más bien clásico, ciertos comederos de coco por mor de la religión, una visión similar del mundo...

Poco a poco, sin pretenderlo, fuimos creándonos mutuamente la necesidad de saber del otro. En apenas tres o cuatro días, manteníamos conversaciones nocturnas de varias horas: yo, tumbado sobre la cama de mi dormitorio, sentía y vivía aquella historia casi como un quinceañero ávido de exprimir una faceta inexplorada de mi personalidad. Tan desconocida, que ni yo mismo pude prever mi reacción: "Me voy a conocerte", le dije. Y él, encantado. Antes, cuando las webcam eran ciencia ficción, el único recurso para conocerse era la foto vía e-mail. Nos habíamos visto... y nos habíamos gustado.

Entonces, ¿por qué no liarse la manta a la cabeza? Aquel viernes por la tarde, unas horas antes de salir para Madrid, yo estaba hecho un flan. Fui a un concierto de Artefactum cargado con algunos regalillos que le compré como recuerdo. Y a la 01:00 de la madrugada, con la complicidad exclusiva de MagicGnoma y de Andresito, me monté sigilosamente en el Sevibus que me llevaba a conocer a alguien que, para mí, era familiar desde hacía varias vidas. De las seis horas que duraba el viaje, al menos tres nos las pasamos charlando: yo le leía fragmentos de libros que me encantaban, poemas de Benedetti, y sentía cómo a él se le cortaba la voz al otro lado, tan lejos, tan cerca...

Nos encontramos en la estación madrileña de Méndez Álvaro, nos fundimos en un abrazo y le entregué una rama de azahar, haciendo honor a mi nick y porque esa flor le encantaba, según me había dicho previamente. Desde el principio hubo una estrecha complicidad, aunque también las lógicas precauciones entre dos personas que, aun creyendo ser transparentes, en el fondo eran dos perfectos desconocidos. Me preguntó dónde quería ir: "¿Dónde? Qué más da. Lo que quiero es estar contigo", respondí. Eran poco más de las 07:30, tomamos café y me llevó a dar un paseo por un parquecito que hay cerca del Palacio Real. Yo ese día incluso hubiera sido monárquico...

Nos abrazamos, nos miramos, nos besamos, arropados por la ausencia casi absoluta de madrileños, salpimentada en ocasiones puntuales por un corredor mañanero y por algún que otro resignado propietario de perro cagón. Estuvimos todo el día juntos: hablando, paseando, riendo... Carlitos no sólo estaba conociendo a un chico que le encantaba, sino que había un factor más importante: se estaba testando a sí mismo, descubriendo matices de su personalidad que ni siquiera intuía. Y estaba feliz...

Recuerdo la comida en El Almendro, las copas en aquel bar donde una cuentacuentos narró como nadie la historia de Maria dos Prazeres... y el paseo por Chueca. Creo que antes de ese día, yo sólo había estado de paso en ese barrio, y por accidente. Pero esta segunda vez, me permitió descubrir que era un lugar donde resultaba factible caminar por las calles abrazando, besando y cogiendo de la mano a alguien que fue durante unas horas el centro de mi vida. Aquel sábado noche tomamos café en el Acuarela, mientras de fondo sonaba 'La alegría de vivir', de Ray Heredia. Nunca, nunca después, he sido capaz de escuchar ese tema sin llorar como un capullo. Porque eso fue lo que sentí: que estaba vivo y alegre.

De madrugada, en torno a las cuatro, caí en la cama pensando que aquello era increíble, que nadie me podría quitar 'lo bailao', con independencia de lo que sucediera a raíz de aquel encuentro. Cada rincón, cada vivencia, cada instante con Jaime era un descubrimiento acerca de mí. Algo que me hacía crecer.

El domingo más frío que recuerdo fue meteorológicamente un reflejo de mi estado de ánimo. No quería volver a casa. Nada deseaba más que prolongar eternamente ese estado angelical que me envolvía. Además, quería explotar mi nueva faceta. Recuerdo que nos sentamos en la Plaza del Rey: "Mira, ¿sabes que tienes una plaza en Madrid?", me dijo, señalando hacia el rótulo. Almíbar pura, tal vez, pero es que nunca me habían dicho algo parecido... Comimos en El Armario, lloramos (sobre todo yo, que tengo tendencia a) y nos dirigimos, con más o menos parsimonia, a la estación sur. Como dejándonos llevar, como un debo y no quiero. Pero...

A la vuelta, en el hilo musical del autobús, sonó la canción Azul, de Elefante: una de sus favoritas, dedicada a nuestro color.

Siete años hace esta semana. Siete veces ha brotado el azahar, igual que ocurre estos días, desde aquella primavera de 2001. Siempre que visito Chueca, y por motivos laborales me acerco por allí al menos una vez al trimestre, recuerdo las muchas vivencias que he tenido sobre esas calles, donde Jaime fue el actor principal durante las 30 ó 35 horas más intensas que había vivido hasta entonces. Y cada vez que llega marzo, recuerdo que este chico tuvo un paso fugaz por mi vida... pero aquello fue algo precioso.

A raíz de ese finde, prácticamente desapareció. Las llamadas disminuyeron paulatinamente y en algo menos de un mes, Jaime pasó a la historia. No me esforcé mucho por retenerle, pues desde el principio existían razones -que no vienen al caso- para creer que aquello nunca iría a más. El tiempo hizo su trabajo, y ambos seguimos con nuestras vidas y proyectos.

Volví a encontrármelo a finales de ese año, y donde antes había un chico normal, pijito y muy discreto, floreció una locaza de pelos amarillos, ropa modenna y maneras irreconocibles. Sin embargo, daba igual. Todo daba igual. Jaime fue un punto de inflexión en mi autoaceptación, en mi forma de vivir la homosexualidad, en mi experiencia amorosa... incluso en mi relación con Chueca, y por ello le estoy tremendamente agradecido.

A veces me pregunto qué habrá sido de él...

17 Comentarios:

  • Entiendo lo que dices. Yo vivi algo similar y tambien ha sido un punto de inflexion en mi vida. Al igual que vuestra historia, tuvo un final, pero...gracias a lo que vivi entonces se q es el amor...Como tu dices: que nos quiten los bailado!!

    Por Anonymous Anónimo, a las 9:47 p. m.  

  • genial, carlitos, genial...

    Yo, y será por defecto de fábrica, te preguntaría mil cosas pero sobre todo...POR QUÉ ALGO TAN PERFECTO SE QUEDO EN FLOR (DE AZAHAR) DE UN DIA?

    Por Anonymous Anónimo, a las 10:50 p. m.  

  • Es cierto que hay personas que marcan un antes y un después, en nuestras vidas. Quizá no son causa de, pero sí detonante. En cualquier caso, siempre hay que agradecer haberlos conocido.

    Beso.

    Por Anonymous Anónimo, a las 11:26 p. m.  

  • c'est la vie, my friend... la vida está hecha de jaimes, de personas que nos transforman, que nos mueven, que nos ayudan a definirnos... y muchos ni siquiera lo sabrán nunca.

    A ver si me llamas a mí cuando vengas la próxima vez, so perra, que yo si quieres también te llamo rey... y hasta lloramos si quieres :-P

    Por Blogger Vulcano Lover, a las 8:12 a. m.  

  • La verdad es que tengo tu blog en mis Favoritos y siempre te leo, estoy al tanto de todo lo que escribes. Es verdad que, como me "reprochas", hace mucho que no te hago un cibercomentario, pero es que a veces no tengo tiempo para detenerme a escribir y otras, sencillamente, no sé qué decir. Pero siempre te visito, eso ni lo dudes.

    Me ha hecho mucha ilusión que pensaras en mí cuando terminaste de escribirlo, claro que me ha gustado. Lo que no recuerdas es que este episodio de tu vida yo ya lo conocía, porque me lo has contado. Años después de que ocurriera, por supuesto, pero no es nuevo para mí. Incluso me contaste un poco lo que determinó el final de la historia. Pero como dice Edulcorada, que te quiten lo bailao; necesitaste conocer a Jaime para, a su vez, conocerte mejor a ti. Es para estarle agradecido, aunque después el príncipe se convirtiera en una loca teñida.

    La suerte es tener gente como Andi y Magic que te entienden y te apoyan en todo el momento (aunque siga sin comprender por qué él es el único del que no se puede hablar ni mal ni regular, ya no mal. Es un marido más, como el de todas. Qué pesá con el temita...).

    Que nos vemos pronto, corazón. Te sigo queriendo siempre. Besos.

    Por Anonymous Anónimo, a las 3:56 p. m.  

  • ¿y por qué no intentas buscarle y contárselo? yo ya no me corto,.. ni un pelo.

    Por Blogger pijomad, a las 8:17 p. m.  

  • Que bonito!. Muchas veces las historias son perfectas porque, como las películas románticas, acaban en el beso. Lo que importa no es él, ni siquiera tú. Lo bonito es vivir historias que, al recordarlas aún nos lleven una sonrisa a los labios. Probablemente el extenderla haría que ahora no la recordaras así. Yo he tenido la suerte de vivir alguna parecida y te puedo decir que hay veces en las que la felicidad puede consistir en sentirte con ganas de ser feliz. Te quiero

    Por Anonymous Anónimo, a las 9:05 a. m.  

  • Carlitos, por fin me he enterado el porque de tu tristeza cuando escuchabas esta canción!!!!

    Es la primera vez que te escribo pero seguro que sabes quien soy.....

    Por Blogger Sureño, a las 12:36 p. m.  

  • Que padre que en tan poco tiempo alguien haya dejado esa huella en tu vida, en mi caso han tenido que pasar meses para que dejen huella en mí.

    Por Anonymous Anónimo, a las 6:32 a. m.  

  • siempre hay una primera vez, y esta es de recordar...

    Por Anonymous Anónimo, a las 4:14 p. m.  

  • Hola carlitos!

    esta es lola:
    http://www.lacoctelera.com/calalola
    LE vas a encantar, como a todos, y ella a tí.Es una amant de la literatura como tu.
    Felicitala, hoy es su santo.

    Por Anonymous Anónimo, a las 10:55 a. m.  

  • hola, es la primera vez que entro por aqui, solo quería saludar, y con tu permiso leer algo de lo que has escrito por aqui.

    Los amores que pasan de puntillas tienen por costumbre dejar un poso eterno, que se vuelve irreal con el paso del tiempo, y siempre sueñas con una última vez, solo una mas para contar y aclarar tantas y tantas cosas que se quedaron dentro

    Por Anonymous Anónimo, a las 9:22 a. m.  

  • Hola Carlitos, me ha encantado el relato, lo leí de "pe" a "pa" de tirada y cierto... me encantó!

    Azul es una gran canción, de un gran grupo de un gran tipo, mi tipo, con los ojos mas azules que puedas imaginar, te lo digo yo que lo he tenido cara a cara y soy una enamorada de sus canciones...

    Azul es esta bonita historia, que aunque con un extraño final, gozó de un intenso color mientras duró...

    Muchísimas gracias por tu felicitación, y por tu firma en mi blog, ( este Rubio está en todo... jajajja), y pásate siempre que quieras perderte entre puntos suspensivos...

    Un abrazo

    www.lacoctelera.com/calalola

    Por Anonymous Anónimo, a las 11:48 p. m.  

  • Muy bonita la historia, Carlitos.
    Los tiempos del viejo chat de Terra, como tú dices, dieron mucho de sí, ¿verdad? y mucho bueno, creo...

    Besos, Carlitos.
    Es un gusto leerte siempre.

    Por Blogger CRISTINA, a las 10:11 p. m.  

  • Pues nada, muchas gracias a Jaime, porque no sé cómo sería el Carlos de antes, pero el de después de haberte conocido es una maravilla.

    Por Blogger mikgel, a las 6:37 p. m.  

  • http://es.youtube.com/watch?v=6FOe1cDjzVU&feature=related

    Por Anonymous Anónimo, a las 12:16 p. m.  

  • Joer, cómo me ha gustado este post. Gracias por escribirlo.
    Besos

    Por Blogger torito, a las 8:40 p. m.  

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