Psicoterapia (II)
-Puede ser...
-Piénsalo. Al fin y al cabo, tienes muy poca experiencia en este ámbito, y estás viviendo ahora cosas que la gente suele vivir en la adolescencia, o en la post-adolescencia.
-Bueno, es que este mundo es así: está plagado de post-adolescentes. Pero me hago una pregunta: ¿eso no es bueno?
-Pues depende... ¿tú cómo lo evaluarías?
-Mira, te soy sincero. A mí me encantaría dar con alguien que lo viese del mismo modo que yo.
-...
-Es verdad que mis circunstancias han sido peculiares, y que una ruptura a los 36 en una relación tan larga, pues... no sé, es como el caso de los divorciados cuarentones: o se van de fiesta como veinteañeros, o se quedan metidos en casa y reducen mucho su círculo.
-Pero ten en cuenta que es esa inexperiencia, por ejemplo, la que te hace sentir el marasmo que llevas dentro, y la que te impulsa a escuchar canciones. Las canciones le dan forma a algo tan complejo como los sentimientos: hablan de rupturas, de sensaciones, de amores eternos, no correspondidos... Algo muy adolescente, además.
-Todas las personas con las que he estado tienen su canción, o sus canciones. Aunque para mí no son sólo eso. Son momentos que almaceno en mi memoria, vinculados a algo que sonaba, o a una canción de la que hablábamos... Vives un momento feliz, radiante: suena una canción, y se sella a él para siempre.
-Recuerda tú también, y recuérdalo siempre, que entre las canciones y el subconsciente no se cuela nada. Nada. Usando las canciones de ese modo te resultará más difícil olvidar. ¿Nunca has pensado por qué a los niños se les enseñan algunos conceptos con una melodía? Los aprenden más rápidamente. Si piensas en una canción que hayas oído algunas veces, aunque no sepas la letra, de repente aparecerán palabras que figuran en ellas. Adjetivos, conceptos... y si no, haz la prueba. Verás como algunas salen. Las canciones tienen ese poder.
-Sí, es cierto. Eso no te lo puedo negar. ¿Entonces es bueno o malo actuar de ese modo?
-Es bueno porque te ayudan a darle forma a un sentimiento que tiene mucho de nuevo para ti, en el que no tienes mucha experiencia. Pero es malo si te enredas ahí y no dejas que corra el aire. Recuerda lo que te he dicho del sello...
-¿Pero sabes qué es lo que me jode? ¿Lo que verdaderamente me jode de todo esto?
-Dímelo.
-Pues mira, te pondré un ejemplo. A veces, descubren un prodigio en la historia o en el arte. Imagínate: una cámara mortuoria egipcia que, por avatares del destino, no fue saqueada... y además, se selló generando un microclima que ha mantenido los frescos intactos. No sé si me ves venir...
-Continúa.
-Pues yo me siento un poco así. He estado mucho tiempo, toda mi vida afectiva, rodeado por un microespacio de ésos. Cuando se han abierto las puertas, lo que ha salido fuera ha sido una persona que siente, tal vez, con la intensidad de un hombre joven... pero que tiene la experiencia de un adulto. Ilusión y experiencia, es lo que piden las grandes compañías para contratarte. ¿No es eso magnífico?
-Para ti, ahora, no lo está siendo. Para los otros tampoco ha sido un elemento decisivo, parece...
-Ya. De eso te quiero hablar luego. ¡¡Puff!! Este hábitat es tan peculiar... Abunda la visión inmadura de la vida y de la sexualidad, el pánico al compromiso, el miedo a la naturalidad y casi al hecho de pasar desapercibidos. Gente a la que yo conozco, por ejemplo, no suele hacer el amor. Vamos, ni siquiera folla: directamente, se masturba en culo o boca ajena... Por eso tienen éxito los cuartos oscuros, las saunas... Y no son cuatro o cinco: el porcentaje es desgraciadamente elevado.
-...
-Aunque bueno, yo también tengo lo mío... yo también soy peculiar.
-¿En qué sentido?
-Pues soy un cerebro femenino en un cuerpo muy masculino. Y a más de uno, eso le ha inducido a la confusión. Y no descarto que esté en la base del último caso, también. ¿Sabes? Hace poco me dijo un chico que se había acercado a mí pensando que era “un activazo de los que revienta a siete en una noche”... y luego vio, según sus palabras, a un tío encantador, buen conversador, culto, simpático y hasta cariñoso. Se quedó descuadrado.
-Encantador, buen conversador, culto, simpático y cariñoso. ¿Dónde está el problema?
-En ofrecer un producto caduco, valorado por cuatro gatos que, además, no sé en qué tapias se reúnen para maullarle a la luna...
-Hay más de cuatro, te lo digo porque lo sé. Pero además, ¿preferirías eso? ¿Ser un “activazo que revienta a siete”?
-Eh, eh, no he dicho que no lo sea, ¿eh? Digo que soy mucho más que eso, jajaja.
-Jajaja, vale, vale, pero respóndeme a la pregunta.
-Pues no. De hecho, hay una diferencia entre “reventar a alguien” y “amar a alguien”. Si me das a elegir, prefiero amar que follar... aunque también follo, ¿eh? Y cuando amo, mi tendencia natural no es a reventar, ni tampoco al revés. Creo que entonces el asunto va de otra cosa...
-Explícate.
-Pues que el sexo es sexo, y a todos nos gusta canalizar nuestros morbos y disfrutar. Pero cuando amas a alguien, cuando tienes la mirada o el nombre de ese alguien calado en tus huesos, vas con cuidadito de no violentar... Se me caen los huevos al suelo, y perdón por la expresión, si una pareja me dice “Carlitos, frena que te estás pasando. Por ahí no”. Todo lo más, al revés. Voy poco a poco y espero a que me pidan, igual que yo pido. Comunicación.
-Así debe ser. Se va construyendo, se va conociendo el cuerpo de la otra parte, y también su visión de las cosas, y todo ello te hace disfrutar más. Así lo que te llevas a la cama no es sólo un cuerpo: es una persona. Y te sientes querido y respetado.
-¿Querido? ¿Respetado? ¿Personas? No sé, esos términos me resultan tan ajenos a esta realidad en la que me muevo...
(...)
1 Comentarios:
Ay, entre las canciones y la conversación (que para mí debería permanecer en el anonimato si es real) me he quedado un tanto pensativo.
Una cosa añadiría, respecto al mercado de la carne donde los placeres se obtienen corriéndose en culos ajenos y el producto caducado que dices ofrecer. Yo cambiaría de mercado, no de producto. El problema de ese otro mercado es que los intercambios no son tan inmediatos, una vez aceptado eso, quizás sea más fácil, ya vamos hablando gañanaco...
Ah! y no te molestes si la gente te asigna etiquetas, tu también lo haces con los demás. El único que sabe como eres o como puedes ser eres tú. Lo de las etiquetas no es más que una forma de relacionarse sumamente funcional, como primer acercamiento está bien.
Otro beso.
Por Argax, a las 11:17 a. m.
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