Ojalá
Hemos tenido una mañana fría de domingo. Este 9 de octubre, a diferencia de aquél, ha amanecido tan claro como gélido. Que los termómetros registren nueve grados a las diez de la mañana en esta época del año no deja de ser excepcional: de hecho, el periódico publica hoy un reportaje sobre “olas de frío” similares a ésta que en el pasado también se cebaron con Andalucía. Y según parece, entonces igual que ahora las cumbres de la Sierra Sur sevillana también recogieron por estas fechas sus primeros copos de nieve...
Él ha tenido que salir, hace apenas media hora. Mañana lunes toma posesión en el Rectorado de una beca de investigación que le ha ofrecido la Universidad de Sevilla. Cuando terminó la carrera el pasado mes de junio, le comunicaron que su expediente había sido el más brillante de su promoción: 9,3 de media. Un cañón, sobre todo teniendo en cuenta que estas cosas resultan más complicadas a los 38 años. A cambio, recibió tres mil euros de la Real Maestranza por ser el número 1 de la Facultad de Filología, y la susodicha beca. Apenas cobrará 500 euros, aunque le eximen de las tasas del master y podrá comenzar a elaborar la tesis doctoral a pleno rendimiento. Así que genial. Yo creo que éste se queda de profe ahí... No deja de resultarme paradójico que ambos vayamos a ser doctores en Filología.
Mientras tomaba el café matutino, aproveché mis huecos mentales para reflexionar sobre lo que ha cambiado nuestra vida en los últimos años. Qué diferencia entre este 9 de octubre y aquél de 2011. Aunque hayan pasado cinco años, todavía se me saltan las lágrimas cuando recuerdo aquella conversación, sincera y dura, con Lola como testigo errante. Un erial cercano al cementerio hizo las veces de escenario para semejante episodio, mientras que las palabras y los sentimientos se agolpaban, respectivamente, en mi cabeza y en mi corazón: “No lo tengo claro, y lamentablemente eso implica tenerlo muy claro”, me dijo, El juego de palabras sonó en mis oídos como una bomba. Adiós proyectos incipientes, ilusiones recién nacidas, adiós a su sonrisa y a sus ojos. Hola a la desazón y al regusto amargo, como el olor de las almendras que figuran al principio de El amor en los tiempos del cólera.
Pasó el tiempo, que hizo su trabajo. Transcurridas unas semanas retomamos el contacto, ya sin dolor. Y poco a poco, la maquinaria se fue engrasando: “He estado pensando que... podríamos retomar el tema. ¿Tú cómo lo ves?”, me dijo meses más tarde. Le pregunté si estaba seguro: “Todo lo seguro que se puede estar de estas cosas. Pero eres mi apuesta. Creo que esta vez puede salirnos bien”, sentenció. Poco a poco fuimos profundizando en la relación, llegó el primer "Te quiero", hicimos nuestra primera escapada juntos... hasta que un año y medio después, transcurridos casi tres desde que nos conocimos, pasó: le regalé un libro de Albert Espinosa titulado Si tú me dices ven, lo dejo todo... pero dime ven, que aquel verano de 2011, cuando nos conocimos, fue un superventas. Ahora, sin embargo, sólo era posible encontrarlo en las librerías de viejo... pero Iberlibro es mano de santo para estas cosas. Al abrirlo, la llave de mi casa estaba adherida a la primera página con cinta adhesiva, y coronada por tres grandes letras que escribí en azul: “VEN”, el imperativo del verbo que más tiempo llevaba deseando conjungar.
La mudanza fue un coñazo, como todas. Trasladó expediente y se graduó en Filología Hispánica por Sevilla. Al final ha sido él quien más partido le ha sacado a esa sala de estudio que monté con la ayuda de Chema en el verano de 2009, y que hemos tenido que ampliar por mor de las continuas adquisiciones filológicas, suyas y mías. La convivencia resulta positiva, aunque al principio ambos teníamos tantas ganas como miedos. ¿Y si se repetía lo de 2011? Nada de eso. Lo teníamos claro... o mejor dicho, como él repite muy a menudo, “todo lo claras que pueden estar estas cosas...”. Nos ha ido bien. Tanto, que a comienzos del pasado verano –coincidiendo con su brillante conclusión del tercer curso de su carrera y con mi lectura de la tesis doctoral- monté un sarao impresionante para pedirle que diéramos un pasito más en nuestro compromiso. ¡¡Se quiso morir de la vergüenza!! Pero dijo que sí, que por supuesto... y fijamos la fecha: el 9 de octubre de 2015, dándole un fostión al destino que nos quiso separar definitivamente, y sólo lo consiguió de manera transitoria, cuatro años antes.
Hoy, por tanto, es nuestro primer aniversario. Había pensado preparar un gran desayuno, pero la agenda de esta semana lo impide. El acto del Rectorado de mañana le han obligado a pegar un salto de la cama a eso de las 08:30 horas (qué desagradables son los despertadores en fin de semana). Y el miércoles, mi señora madre cumple ochenta años. Así que entre todos los hijos vamos a prepararle una fiesta sorpresa. Algo sencillo, pero un homenaje en cierto modo a una persona que lo ha dado todo por nosotros. Si no fallan las previsiones, estaremos todos los hijos, las tres nueras, los dos yernos, los nietos y los bisnietos; así que al ser el anfitrión, los preparativos están llevándome mucho tiempo.
Eso sí, esta noche él y yo nos olvidaremos de todo y celebraremos juntos nuestro aniversario en ese sitio del centro de Sevilla que tanto nos gusta. Será nuestra celebración. Y el cochinillo en Casa Cándido, que por una u otra razón está pendiente desde muy al principio, llegará por fin en menos de dos meses, durante el puente de la Constitución. Si la Universidad y la Junta nos lo permiten, claro...
Si no, da igual. Tenernos el uno al otro tras haber recorrido juntos un largo camino es mucho más y mucho mejor que engullir grasa y cartílagos porcinos. Un trayecto básicamente de rosas, aunque tuvo su periodo de espinas felizmente superado: y ése fue, además, el que nos dio las fuerzas necesarias para seguir adelante, afrontando el futuro con ilusión y comprendiendo que en las relaciones, como en la vida misma, también hay que remangarse y ponerse a currar de lo lindo. El sacrificio puede ser grande, pero el resultado merece la pena. Y hoy, 9 de octubre de 2016, puedo certificar que en nuestro caso así ha sido. Si seguiremos así, nadie lo sabe. Aunque estoy bastante seguro de ello... o mejor dicho, “todo lo seguro que se puede estar de estas cosas” ;-)
1 Comentarios:
No sé, es peligrosa esta ficción en primera persona. Es lo primero que se me ha venido a la mente al leerla.
Pero sea como sea, suerte y mucho, mucho cariño que es lo que te mereces tío.
Un beso.
Por Argax, a las 3:25 p. m.
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