Mol, life and so on

martes, junio 10, 2008

Fui... sentí...


Pudo ser. La flecha amarilla anunciaba el final del camino, igual que una brizna de paja en las olas avisa de tierra cercana. El paisaje, verde, muy verde, era otra señal: desde luego, no era Gerena. Volvieron las ventanas con estructuras blancas, las láminas de pizarra, el cielo nublado. Tragué, como trago ahora, para reprimir la emoción. Caminaba. Ese dulce acento, pausado y musical, me recordó que volvía a uno de mis paraísos personales.

Casi una década sin transitar por esas calles angostas, serpentinas, ocres, animadas y tristes a un tiempo... aunque parecía que fue ayer cuando las pisaba por última vez. Vi la Puerta de Azabachería. Pasé bajo el arco de Xelmírez... y allí estaba el gaitero, igual que ayer, igual que siempre. Es lo bueno de volver a casa, que todo suele estar como tú lo dejaste al salir.

Desemboqué en la Plaza del Obradoiro, arrastrado por la marea de mis recuerdos, de mis sensaciones: "Ojalá estuvieras aquí, ojalá viviéramos esto juntos", pensé. Volví a tragar. Y al girar la cabeza, sentí escalofríos casi proféticos. Abrí bien los ojos para ser capaz de abarcar tanta evidencia, esta vez en filigrana barroca. Casi tuve la necesidad de pellizcarme, para tomar la certeza de que esta vez no era un sueño. Y seguí caminando.

Llegó la noche, se hizo el silencio. Pasé junto a la Plaza de las Platerías, y me senté a contemplar "mi rincón", ese espacio cuadrado, recoleto y elegante, que suma las líneas dieciochescas a la sobriedad medieval. Como yo, enrevesado y simple a un tiempo. Tomé conciencia de que ése era mi momento, mío y de nadie más. Seguí paseando por Villar, Franco, Nova, Raíña y todo ese viario en el que, a esas horas de la madrugada, era fácil escuchar el eco de mis propios pasos. Sonó 'Santiago', de Lorena MacKennitt, la sintonía de mi móvil, y por un instante sentí que me rodeaban las zanfoñas, fídulas, guinternas y arpas talladas magistralmente por el Maestro Mateo en el Pórtico que le dio fama universal.

En ese instante supe que la vida es un zumo, que pierde las vitaminas si no la consumes, y puede tener apariencia, pero no nutre. Así tomé la decisión: estoy cansado de ser un muerto viviente.

Ojalá pueda volver pronto. Ojalá haya optado por el buen camino...

4 Comentarios:

  • Ay Santiago... ya sabes que es la cuna de mi mamá, una de mis ciudades del alma, en esas que me hacen pensar que sólo se puede respirar ese aire... melancolía, belleza, humedad del corazón, secreto, piedra... acaso no es una de las ciudades más especiales del mundo?

    Por Blogger Vulcano Lover, a las 6:36 p. m.  

  • Me faltan claves, pero me quedo intrigado. Cual será esa decisión? cuando volverás?

    Por Anonymous Anónimo, a las 9:04 p. m.  

  • Me gustan las frases, cada palabra que has empleado, el tono... ¡¡Un post precioso!!

    Besos.

    Por Blogger CRISTINA, a las 8:59 a. m.  

  • Te vi el día antes de q te fueras a Santiago y ahora me alegra poder leer tu crónica!!!

    Viva el marisco gallego!!!

    Por Blogger QuijoteExiliado, a las 8:36 p. m.  

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