El sueño del hombre despierto

Tal vez no sea el mejor modo de definirla, pero creo que es acertado. La esperanza, que para Aristóteles era precisamente eso –el sueño del hombre despierto-, me recuerda a la zanahoria que en aquellos dibujos animados de Disney situaban frente a las narices del caballo de carreras: un estímulo en nuestro día a día. Ya lo dije una vez en este blog: no se puede vivir sin esperanza. ¿Cuál sería la razón para levantarse a las 07:00 de la mañana, si no tenemos la esperanza de sobrevivir, de prosperar… o de cambiar un poquito el mundo? Dejo los tres grados a la elección de cada uno, según seamos pesimistas, realistas… o ligeramente utópicos.

Yo tengo esperanza:

-De que las cosas van a salir bien.
-De llegar a vivir el trabajo con alegría.
-De que las aguas turbulentas no se traguen el puente.
-De ser más y mejor coherente.
-De seguir volando contigo hacia la cumbre.
-De no dejar de sonreír, de querer y de quererte, de soltar esas chorradas que levantan unas risas cuando estamos juntos.
-De que mis amigos no sigan escatimando conmigo besos y abrazos.
-De que la blogosfera siga siendo igual de cálida con Carlitos Sublime.
-De que seamos no dos mitades de una misma naranja, sino dos naranjas completas, dulces y lustrosas… aunque juntas en la misma rama.
-De que el mundo sea cada día un lugar mejor y más tolerante para vivir.
-De que sigamos construyendo nuestro futuro enlazando nuestros dedos.
-De que todos seamos capaces de ver más allá.

Yo tengo ilusión. Tengo esperanza.

A tod@s, feliz día de la esperanza.

"Aunque supiera que el mundo iba a terminar mañana, esta tarde plantaría un árbol".
Martin Luther King.