Mol, life and so on

martes, septiembre 09, 2008

El hippie


Lo vi cuando alcé la mirada, tal vez sin pretenderlo. ¿Tal vez? No, seguro. Fue un gesto automático el que me llevó a descubrirlo allí, encima de un promontorio rocoso y ataviado sólo con un pantalón ancho de gasas -tipo pareo-, gafas de sol y un brazalete de cuero que reforzaba aún más la desmesura de su bícep derecho. Ese aire de semidesnudez y de chulería, reforzado por un bronceado intenso, pectorales marcados, la barba de tres días, un piercing en la oreja y algún que otro tatuaje, hizo que una sensación extraña, mezcla de placer sensual y estético, invadiera mi espíritu. ¡Ay, Los Caños…!

Fue cuestión de segundos, quizás menos. Abandoné mi voyeurismo en contrapicado para dedicarme a lo mío: en este caso, evitar tropiezos indeseables con alguna roca de playa asesina. Sin embargo, un instante después escucho una voz que nos apelaba directamente a nosotros:

-¡¡Shhh!! ¡¡Hey, chavales!! ¿Podéis ayudarme a subir la bici por las rocas? No puedo sólo, sería peligroso.

Era él. Le pedí que esperase un instante, lo necesario para calzarnos las zapatillas deportivas, y me puse manos a la obra. El hippie, como denominaré en adelante a mi admirado interlocutor –y no sólo porque físicamente quitase el hipo-, llevaba una bicicleta con dos alforjas, un cestito para la ropa sobre el guardabarros y un perro pequeño que lucía pañuelo rojo. También timbales, claro. Para mí, echarle un cable a Morboman era casi una vía de flirteo: “¡Qué conformista estoy hoy!”, pensé esbozando una sonrisa mientras la bici trepaba como una cabra montés. Y obviamente, no iba a desperdiciar la ocasión de entablar con él un poco de contacto: al menos verbal, a falta de otros tipos… :(

Fue entonces cuando nos dijo que salió de Cádiz unos días antes, y que iba hacia algún punto del norte de España, donde pensaba llegar a mediados de este mes. ¿Vacaciones? Parece que no, porque en su vida no había otros compromisos: sólo vivir el día a día, “y ya veré”, añadió. Todo su patrimonio eran la docilidad de su perro, las ruedas de su bici, el sonido del timbal… y el cielo, esa tarde más azul y hospitalario que nunca.

Me entró un pellizquito: porque ese chico era un valiente capaz de romper con lo establecido, y esa es buena medicina para la nostalgia del nosequé. Porque el binomio “un día, una sorpresa” es el sueño de cualquiera, y creo que hoy no está a mi alcance. Porque he posteado sobre esta misma mierda un sinfín de veces, y sigo igual: sin hacer nada para paliar esa carencia que me invade (aunque sea no vivir la monotonía como una plaga). E incluso porque yo, yendo con regularidad al gimnasio, no tendré ese cuerpo ni en cuatro vidas (creo que eso es lo que verdaderamente me jodió, jeje).

Vaya este post por todos aquellos que creen en el derecho universal al jugo de vida concentrado. Y con especial ímpetu a quienes, además, se atreven a consumirlo. Yo no estoy en este segundo grupo. Todavía…

9 Comentarios:

  • Buf, vaya nostalgia me ha entrado de playaza, chulazo y libertad. No me quejo de nada pero claro una entrada tan "Hacia rutas salvajes" hace pensar y soñar.

    Por Blogger Blogux, a las 4:33 p. m.  

  • Tú lo has dicho: todavía. Ayyyy, este otoño que se acerca y te trastorna...

    PD: A ti no se jase farta er gim pa ná ;-)

    TQ.

    Por Anonymous Anónimo, a las 7:03 p. m.  

  • Lo importante es asumir que uno a veces decide no dar el paso hacia muchas cosas que quiere, por las razones que sean. No todos los sueños se pueden cumplir y no todos lo pueden hacer en la misma medida que los soñamos.
    En fin que con lo que decidamos, estemos conformes, aunque sea conformes con el miedo o la pereza que tengamos...
    ¡Ay, Los Caños…!

    Por Blogger Vulcano Lover, a las 8:09 a. m.  

  • Ojú, has multiplicado la depresión que me invade desde hace una semana. Y amenaza con crecer. Saluditos...

    Por Blogger Craso, a las 9:24 p. m.  

  • Con arena aún en los pies...
    Ay, qué abandonadica me tienes, rey moro

    Por Anonymous Anónimo, a las 1:19 p. m.  

  • No te creas que ese tipo de vida me llama a mí, en too caso si llama mi antención...Las almas libres son muy dificiles de entender...

    un besote.

    Por cierto me he mudado de blog

    Por Anonymous Anónimo, a las 1:01 a. m.  

  • Hay muchas maneras de vivir intensamente. Pero no puedo evitar añorar esa vida que no tuve, que sé que no tendré, porque si yo viviera aventuras vitales serían seguro, otras.

    Por Blogger mikgel, a las 5:21 p. m.  

  • Me parece que yo tampoco viviré como ese segundo grupo. He empezado a sentirme cómoda en la monotonía.

    Por Blogger Xan, a las 8:48 p. m.  

  • Desde luego, no podemos decir que la vida que llevamos sea especialmente bohemia o sorpresiva. Pero permítanme que me ponga un poco sentimental: desde que soy padre, cada día es una sorpresa, cada día hay un nuevo gesto, un nuevo logro en este camino... ¡Merece la pena!

    Amparo.

    Por Anonymous Anónimo, a las 12:46 a. m.  

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