Mol, life and so on

jueves, agosto 11, 2005

El shosho una mosca

Ayer, mientras esperábamos que Chema volviera de comprar un paquetito de After Eight, Juan y yo nos reíamos mirando cómo un perrillo nervioso, de lanas grisáceas, acababa de salir del coche a lo toro de San Fermín por la calle de la Estafeta. El probe bichillo, inocente él, trató de atravesar una puerta automática de ésas que se abren al paso de la gente, de par en par gracias a que justo antes había pasado una señora al interior del recinto que salvaguardaba. Como él ni tenía estatura, ni peso, ni na, estuvo a punto de morir abocadillado. Sin embargo, cuando se vio venir esa doble marabunta de cristal, nuestro amigo cuadrúpedo aceleró elegantemente el paso y evitó la tragedia. Juan, mirando con emoción, como quien contempla el desenlace de un penalti, dijo: "Uuuuuy, le ha faltao... el shosho una mosca pa morí rebanao". Yo, a carcajadas, reflexioné sobre las dimensiones del 'shosho una mosca', que sin duda son incluso menores que mis ganas de coger ahora el autobús. Osea nulas.

Nuestro cuñao Juan soltó un par de perlas carloteñas en los apenas 20 kilómetros que nos separaban de nuestro destino. Por ejemplo, ¿alguien sabe qué es un individuo 'de escopeta y perro'? Pues, por lo visto, alguien que corta las cosas por lo sano. ¿Y un cabrón con l'ojos malos? Yo tampoco, pero debe de ser un tipo aún más cabrón de lo que podría parecer si sólo decimos de él que es un cabrón. La explicación es un tanto enrevesada, pero... bueno, más o menos se entiende.

Da gusto ver esa sabiduría popular. Como nunca va a leer esto y no se va a sentir herido, aquí no tendré inconveniente en reconocer mi sospecha de que Juan, delante de gente con estudios, formación académica y trabajos de oficina, siente un ligero complejo de inferioridad. Craso error, Juanito. Esa sensación, en todo caso, deberíamos tenerla quienes no sabemos distinguir un ave al vuelo, catalogar a las gallinas en función de su raza y propiedades, o determinar cuáles son los periodos de siembra de la lechuga, el tomate, la patata o el geranio. Quienes, en definitiva, no podríamos tirar de nuestros libros si tuviéramos que sobrevivir en una isla desierta o, lo que es igual de malo, damos un paseo por el campo mirando, pero sin observar: de lo contrario descubriríamos las perdices, los espárragos y las setas que para ti no pasan de largo. Así que ya sabes, compañero: que estos bríos de la globalización no te ganen el pulso para que esa sabiduría popular que atesoras, y que tanto valoramos tus familiares y allegados, siga siendo tu enseña, tu mascarón de proa. ¡Un abrazo, futuro papá!

2 Comentarios:

  • ¿Y que me dices de tener los ojos como una cabra asomá a un barranco?. Sin desperdicio... jajajaja...

    Sigue así, bisho, que me parece que vas encontrando el camino.

    Ah, y suscribo totalmente lo que dices de Wan. Es un pozo de sorpresas, además. Yo, por partida doble (qué digo doble, triple) me uno a las felicitaciones. A ambos.

    Por Anonymous Anónimo, a las 6:35 p. m.  

  • No tengo mucho tiempo esta semana para leer con atención tus escritos, pero me parecen muy interesantes. No puedo decirte que me alegro de que creas que somos parecidos, tu cabeza no debe de parar entonces...aunque tú puedas permanecer inmóvil.
    Me gusta tu forma de contar las cosas, me gustaría seguir en contacto contigo.
    Y gracias por los ánimos.

    Por Blogger Darko, a las 7:48 p. m.  

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