Mol, life and so on

miércoles, julio 22, 2009

Disidencias



No es raro, supongo, que a lo largo de este mes de julio haya salido en diversas conversaciones el tema de la cabalgata / manifestación que a finales de junio tuvo lugar en Sevilla. Me refiero al macroevento generalmente calificado como ‘orgullo gay’. Vaya por delante que yo no soy partidario, y desde luego no me siento representado por un conjunto de individuos sin camiseta, depilados, cachas, rociados de purpurina, maquillados y con plumas (literales) de colores. Pero hago como que eso no va conmigo, y aquí paz y después gloria.

Sin embargo, y formas de ser aparte, no he podido evitar la sensación, en plan gota malaya, de sentirme juzgado. Señalado. No siempre –por ejemplo no ocurrió en mi conversación con Manu-, pero sí creo que poco a poco me han ido colgando el sambenito de disidente. Hasta que el summum, el clímax, la vuelta máxima de tuerca llegó anoche, en el gimnasio. Durante este mes voy a uno del centro de Sevilla que, entre otras cosas, es compatible con comer a diario en casa de mimamá y con pasear por el centro de la que sigue siendo mi ciudad, aunque a veces lo olvide. Allí me encuentro habitualmente con José A., un viejo conocido del grupito con el que solía salir por el ‘ambiente’ en mis años mozos.

Él es un tío raro, lleno de problemas personales y psicológicos, contrario al conservacionismo ecológico y casi también a los derechos humanos… un tío que piensa, por ejemplo, que cuando “los de fuera” o los de barrios periféricos venimos al centro de Sevilla, se nos debería impedir aparcar, aunque sea en plazas reglamentarias, porque él "no viene a nuestro pueblo o a nuestros barrios a molestar”. En fin, un individuo al que servidor tiene cariño porque nos unen buenos recuerdos y algún que otro amiguete. Punto pelota.

Por eso, porque sé que está mal, evito meterme en fregaos cuando hablamos. Le digo que sí, que sí… y p’alante. A continuación, siempre pienso que igual se cree que soy tonto y maleable… Sin embargo, ayer me obcequé. Salió el tema de ‘la mani’ pro-gay y yo expresé mi desacuerdo con semejante iniciativa. Su respuesta fue tajante: “Claro. Eso es porque tú estás armarizado y te da asco que te vean junto a un plumífero. De eso nadie tiene la culpa”. Silencio tenso. “¿Por dónde empiezo?”, pensé, teniendo siempre presente que no es del todo cuerdo. De un modo más o menos constructivo, le expliqué mi hasta ahora única experiencia en estos macroeventos: el Europride 2007 de Madrid.

Un gran botellón, un gran negocio con multitud de camiones-carrozas patrocinadas por restaurantes muy chic de Chueca, empresas de cosmética, productoras de pelis porno, bares del ambiente para todos los gustos, publicaciones del sector… y aderezándolas, lo de siempre y los de siempre: Boris Izaguirre, Jorge Javier Vázquez, la Veneno con las tetas al aire, la omnipresente Alaska y otra mucha gente famosa llevada por el afán de protagonismo y/o la buena voluntad. Al frente de toda la comitiva, una gran bandera de la República portada por un tío desnudo y coloreado. En todo este contexto, la gran pancarta que llevaban Zerolo, Carla Antonelli y gentes de otros partidos pasaba casi desapercibida. Al menos, ésa fue mi percepción.

Por eso, yo traté de explicarle didácticamente a José A. que estar en contra de ese formato no implica ser un frígido reprimido e infeliz, que no todos los que parecemos heteros nos esforzamos por que no aflore la pluma ni vivimos entre perchas y cajones –yo, para según quién, estoy armarizado para cuestiones de tendencia sexual, política, religiosa y hasta futbolera, que para eso mi vida es mía y la administro como quiero-, y también le dije que a mí no me daba asco de que me vieran con ‘plumíferos’, pues entre mis amigos y conocidos hay de todo. ¿O es que todos los que van al Orgullo gritan “¡que me parto el coño!”, como dice el chiste, cuando se caen de culo al suelo? En fin…

La conversación sólo sirvió para que él tratara de hacerme sentir mal por traicionar a los héroes de Stonewall, y para que yo me mantuviera firme en mi convencimiento de que el enfoque es erróneo y de que yo no tengo nada que ver con Shangay Lilí ni con maromos depilaos que se ponen alitas de algodón. Vale como espectáculo social, callejero, pero poco más. Dudo de su utilidad sociopedagógica, y desde luego comparto las críticas de los traidores de Colega, a quienes por lo visto demasiado favor se les hace dejándoles vivir.

Al final, como guinda, mi interlocutor sentenció que no se debe consentir que “la gente (osea yo) hable y critique”. Y claro, hasta ahí podíamos llegar. “José A., tengo todo el derecho del mundo a decir que me parece improcedente, inoportuno, que no me gusta, que no me representa o que me parece ordinario, y mil cosas más”, le dije. Él, además, me acusó de dividir y de irme, poco más o menos, del lado de los heteros… como si fueran un ente maléfico que pulula por ahí pensando en cómo jodernos y mofarse de nuestros sentimientos.

Todo esto me recuerda que, en ocasiones, los oprimidos se convierten en opresores, en dictadores de verdades únicas que terminan siendo más papistas que el Papa (incluso administrando infalibilidades). Orwell siempre tiene razón. Yo seguiré buscando mi espacio, pese a quien pese y cueste lo que cueste. La disidencia, como reza esta imagen, es vital para la democracia: y quien no lo vea así, tal vez tenga un problema de miopía. De miopía democrática, que a mí me da que debe de ser la peor de las miopías. Espero no terminar como Trotsky…

3 Comentarios:

  • No sé, Carlos, de qué lado ponerme. Yo he sido muy Torquemada. Pero ya no lo soy. Decir que un tío de tal o cual forma no me representa me parece obvio, yo solo me represento a mí mismo y no aspiro a representar ni a que me representen.

    De hecho cada vez me siento más lejos de las posturas inquisitoriales de un lado y otro. El gran descubrimiento de mi vida fue la frivolidad. La frivolidad me parece tan importante, tan necesaria. Y esos eventos son tan petardos, tan frívolos, que me resultan agradables.

    Bueno, esto daría para mucha más reflexión que un comentario en un blog.

    Por Blogger mikgel, a las 12:54 p. m.  

  • Desde luego, Carlitos,en primer lugar me sorprende que tengas un amigo que podría ser tan intolerante como César Vidal... vaya, un Jiménez Losantos gay.

    Por otro lado, entiendo que no te sientas representado por toda la parafernalia que rodea al "orgullo", pero también es cierto que el común de los mortales entiende que esta celebración se limita a la cabalgata y derroche económico y frívolo. Como sabes, hace unos años estuve en el "orgullo" en Madrid y yo fui el primer sorprendido al encontrarme una auténtica manifestación llena de reivindicaciones (algunas de lo más simple, como por ejemplo que bajasen el precio de las copas en Chueca). Aquello me hizo ver que no sólo es espectáculo, sino también un altavoz hacia la sociedad en general.

    Dicho esto, cualquier talibanismo es malo y no se puede ser defensor a ultranza de nada... Cada uno puede interpretar el papel que le ha tocado vivir como estime más oportuno y, como tú bien dices, todos podemos estar armarizados en uno u otro sentido (político, futbolero, musical, gastronómico...) y en uno u otro contexto.

    Un último comentario... Tu amigo José A. y gente como él son los que hacen que esta sociedad sea cada vez menos tolerante y, créeme, estamos faltos de tolerancia.

    Amparo.

    Por Anonymous Anónimo, a las 12:54 a. m.  

  • Bufff,tema espinoso éste del "Orgullo".

    Yo tengo que reconocer que fuí,más por curiosidad que otra cosa,porque me lo pensé mucho,aunque he de reconocer que una vez allí me encantó,por varias razones.

    La principal fué que jamás pude imaginar ver tanta gente junta en nuestra cateta Sevilla en apoyo a la causa,nuestra causa.Gays y no gays,fué increible ver a las familias heteros llevando a los niños a ver las carrozas con la misma ilusión que si fuera la cabalgata de Reyes.Las madres de familia bailando al ritmo de Fangoria,los padres sin sentirse violentos rodeados "de tantos maricones".....

    Es cierto que no me siento identificado con las drags,las musculocas depiladas,las plumas y los tacones....,pero creo que si ellos quieren vestir así...por qué no?quién soy yo para decirles como deben vestir?en epoca de Franco los hubieran matado por hacerlo,me parece bien que lo hagan tan solo por joder al que le moleste.No hacen daño a nadie.A la imagen de los gays?puede,pero ya me encargaré yo en mi entorno de decir que yo también soy gay,y que no tengo nada que ver con esa forma de vida.Que soy un tío,me siento tío,y lo mío no son las faldas,ni para mi pareja ni para mí ;).

    Lo importante no es celebrar un día del Orgullo al año,sino llevar la cabeza bien alta los restantes 364.

    Un beso

    Por Anonymous Hidrogeno, a las 9:34 p. m.  

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