Katrina... and the waves!
Y es curioso, porque se escucha mucho hablar de Katrina, y muy poco de otras decenas de huracanes y fenómenos análogos que, día tras día, azotan rincones y rincones de la geografía mundial. ¿Alguien se acuerda ya del Mitch? ¿Y del Niño? Seguramente, Katrina habrá para rato, porque éste se ha atrevido a devastar en el sagrario del mundo: los Estados Unidos.
Ellos, que tanto avasallan al mundo invadiendo Irak, Afganistán, la isla de Granada o Panamá, bombardeando Trípoli, Bengasi o Belgrado, sufragando los escuadrones de la muerte de El Salvador o dando su apoyo a los cabrones de la familia real saudí, ahora se acojonan porque la naturaleza amenaza con darle a cada uno lo suyo.
Y claro, como los norteamericanos no están acostumbrados a que les jodan la marrana, como sucedió con los por otra parte execrables crímenes de Pearl Harbor y el 11-S, se ponen nerviosos, salen por patas y hasta el presidente tiene que suspender sus vacaciones, salir en la tele y volver a la carga con esa asquerosa imagen de papá tiendemanos que lo caracteriza.
E igual que sus compatriotas, con el rostro desencajado, descompuestito: como el día que, mientras ardían las Torres Gemelas, le dijeron: "Señor, la nación está siendo atacada". Menuda frasesita con más miga. Él se quedó con cara de póquer, preguntándose -supongo- si la nación es una parada del metro de París, un periódico argentino o inclusive una joven de mal vivir, porque las peras no crecen en olmos.
Cierto es que esta Katrina va a cambiar las semicorcheas y el bajo por espirales asesinas y fuertes vientos. Cierto también que va a causar la destrucción de muchos hogares, muertes y un daño hoy por hoy inimaginable para un país que no sabe lo que es sufrir. Obviamente, no quiero que muera nadie. Sin embargo, debo reconocer mi deseo de que el jodido gobierno estadounidense deba invertir sus jodidos dólares manchados de sangre en la reconstrucción de esta mítica y soulera ciudad sureña.
Esos mismos billetes 'grandes', como ellos dicen, que han robado al pueblo iraquí, y a tantos y tantos otros. Se ve que la naturaleza va a aplicar la máxima del ojo por ojo, siendo capaz de reinstaurar un equilibrio -si tú das, yo te doy- que actualmente nadie se atreve a llevar a efecto sin ponerse en contra a multinacionales, gobiernos chupaculos y medios de comunicación. Por suerte, la creación no sabe de diplomacias y demagogias: simplemente, va a lo suyo.
Pero insisto: quién lo iba a decir...